176. La fe es una adhesión personal del hombre entero a Dios que se revela. Comprende una adhesión de la inteligencia y de la voluntad a la Revelación que Dios ha hecho de sí mismo mediante sus obras y sus palabras.
177. “Creer” entraña, pues, una doble referencia: a la persona y a la verdad; a la verdad por confianza en la persona que la atestigua.
178. No debemos creer en ningún otro que no sea Dios, Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
179. La fe es un don sobrenatural de Dios. Para creer, el hombre necesita los auxilios interiores del Espíritu Santo.
180. “Creer” es un acto humano, consciente y libre, que corresponde a la dignidad de la persona humana.
181. “Creer” es un acto eclesial. La fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe. La Iglesia es la Madre de todos los creyentes. “Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre” (San Cipriano de Cartago, De Ecclesiae catholicae unitate, 6: PL 4,503A).
182. “Creemos todas aquellas cosas que se contienen en la Palabra de Dios escrita o transmitida y son propuestas por la Iglesia […] para ser creídas como divinamente reveladas” (Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 20).
183. La fe es necesaria para la salvación. El Señor mismo lo afirma: “El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará” (Mc 16,16).
184. “La fe […] es un gusto anticipado del conocimiento que nos hará bienaventurados en la vida futura” (Santo Tomás de Aquino, Compendium theologiae, 1,2).