Capítulo 3
1 Entonces le enviaron mensajeros con la siguiente propuesta de paz:
2 «Aquí estamos los servidores del gran rey Nabucodonosor, rendidos ante ti: trátanos como mejor te parezca.
3 Están a tu disposición nuestras posesiones, todo nuestro suelo, todos los campos de trigo, nuestras ovejas y nuestras vacas, y también todos los corrales de nuestros campamentos: puedes hacer con ellos lo que quieras.
4 Hasta nuestras mismas ciudades y sus habitantes están a tu servicio; ven y trátalas como te parezca».
5 Aquellos hombres se presentaron ante Holofernes y le transmitieron su mensaje.
6 El descendió con su ejército hacia la costa del mar, estableció guarniciones en las plazas fuertes y reclutó en ellas hombres selectos como tropas auxiliares.
7 Ellos, y toda la región circunvecina, lo recibieron con guirnaldas y danzas corales al son de los tambores.
8 Pero él devastó todo su territorio y taló sus bosques sagrados, porque había recibido la orden de exterminar a todos los dioses del país, para hacer que todas las naciones adoraran solamente a Nabucodonosor, y todas sus lenguas y tribus lo invocaron como dios.
9 Así llegó Holofernes a Esdrelón, en las inmediaciones de Dotaim, que está ante las montañas de Judea.
10 Acampó entre Gueba y Escitópolis y permaneció allí un mes, a fin de reunir todos los efectivos de su ejército.