Capítulo 18
1 El que vive para siempre creó todas las cosas por igual;
2 sólo el Señor será hallado justo y no hay otro fuera de él.
3 El gobierna el mundo con la palma de la mano y todo obedece a su voluntad, ya que él, por su poder, es el Rey de todas las cosas y separa las sagradas de las profanas.
4 A nadie le dio el poder de anunciar sus obras: ¿quién rastreará su grandeza?
5 ¿Quién podrá medir la magnitud de su fuerza y quién pretenderá narrar sus misericordias?
6 No hay nada que quitar, nada que añadir, y es imposible rastrear las maravillas del Señor.
7 Cuando el hombre llega al fin, está sólo al comienzo; cuando se detiene, no sale de su estupor.
8 ¿Qué es el hombre? ¿Para qué sirve? ¿Cuál es su bien y cuál es su mal?
9 La vida de un hombre dura cien años a lo más:
10 como una gota del mar y como un grano de arena, son sus pocos años frente a la eternidad.
11 Por eso el Señor es paciente con ellos y derrama sobre ellos su misericordia.
12 El ve y conoce qué miserable es su fin, y por eso multiplica su perdón.
13 El hombre sólo tiene misericordia de su prójimo, pero el Señor es misericordioso con todos los vivientes. El reprende, corrige y enseña, y los hace volver como el pastor a su rebaño.
14 El tiene misericordia con los que aceptan la instrucción y está siempre dispuestos a cumplir sus decretos.
15 Hijo mío, no eches en cara los beneficios que haces ni acompañes tus dones con palabras ofensivas.
16 ¿No calma el rocío el calor ardiente? Así, una buena palabra puede más que un regalo.
17 ¿Acaso no vale más una palabra que un obsequio? Pero el hombre caritativo sabe unir las dos cosas.
18 El necio reprende sin ningún miramiento y el don del avaro hace correr las lágrimas.
19 Antes de hablar, instrúyete, y cuídate antes de caer enfermo.
20 Antes de juzgar, examínate a ti mismo, y hallarás perdón cuando el Señor te visite.
21 Humíllate antes de caer enfermo y arrepiéntete apenas hayas pecado.
22 Que nada te impida cumplir tus votos en el momento debido, y no esperes hasta la muerte para estar en regla.
23 Antes de hacer un voto, prepárate a cumplirlo, y no seas como un hombre que tienta al Señor.
24 Recuerda la ira de los últimos días y el tiempo del castigo, cuando el Señor apartará su rostro.
25 En tiempo de abundancia, recuerda el tiempo de hambre, y en los días de riqueza, la pobreza y la penuria.
26 De la mañana a la tarde, el tiempo cambia, y todo pasa rápidamente delante del Señor.
27 El hombre sabio está siempre alerta, y en la ocasión de pecado, se cuida para no faltar.
28 Todo hombre prudente conoce la sabiduría y rinde homenaje al que la encuentra.
29 Los que hablan con sensatez son sabios ellos mismos y derraman como lluvia proverbios acertados
30 No te dejes guiar por tus pasiones, sino refrena tus deseos.
31 Si cedes a los impulsos de la pasión, ella hará de ti la irrisión de tus enemigos.
32 Que tu alegría no consista en darte todos los gustos ni te endeudes para pagar lo que ellos cuestan.
33 No te empobrezcas yendo de fiesta con dinero prestado, cuando no tienes nada en el bolsillo.