Oración a Santa Margarita María de Alacoque
«Te constituyo heredera de mi Corazón y de todos mis tesoros».
(Nuestro Señor a Santa Margarita María)
El mundo, al parecer, perdido estaba.
La sangre del divino Redentor,
Sus méritos, sus penas, sacrificios,
Las infinitas pruebas de su amor.
Todo se desprecia, y a excepción
de un número de seres reducido,
Los demás a su Dios desconocían,
Y pagaban su amor con el olvido.
¿Qué hará el Señor al ver tantas ofensas?
¿Mostrará su justicia y su poder?
¿Enviará un castigo tan terrible
Que haga al mundo al instante fenecer?
Esto hiciera sí fuera sólo justo:
Más, como es todo amor, todo bondad,
A tanta ingratitud, a ofensa tanta,
Opondrá su infinita caridad.
Así se venga el Dios cuyas bondades
No se pudieron nunca enumerar;
¡Qué práctica lección para nosotros
Que tanto nos cuesta perdonar!
Más, ¿de quién se valdrá este Dios clemente
Para mostrar su amante Corazón?
¿Se valdrá de su inmenso poderío
Poniendo al mudo entero en conmoción ?…
¡Otros son los caminos escogidos
Del Verbo por nosotros humanado
Que reclinado humilde, en su pesebre
Expiró en una cruz crucificado!
Tiende su vista sobre el orbe entero,
Más, pronto se detiene su atención,
Por haber encontrado un instrumento
Que es digno de llenar su aspiración.
Una virgen humilde, que en el claustro,
En retiro y silencio está abismada,
Merece, entre otras mil, que el Rey del cielo
Fije en ellas su vista y su mirada.
La cruz, la humillación es su alimento,
Amar y padecer su ocupación;
Y por esto arrebata las miradas
De este humilde y amante corazón.
Margarita María fue la virgen
Que mereció del cielo el gran favor
De imitar al Discípulo escogido
Descansando en el pecho del Señor
Ella es a quien más tarde fue mostrado
Este dulce y amante corazón.
Y dada la misión alta y divina
De extender esta nueva devoción.
Oh mi Dios! ¡Cuán distintos son tus juicios
De los del mundo loco y engañado,
Que humilla y vitupera con frecuencia
Lo que a tus ojos es tan apreciado.
En Margarita no hay nada que brille,
Todos la conceptúan despreciable,
Y tú la juzgas digna de una empresa
Tan sublime, difícil y admirable.
Margarita, bendice los desprecios
Que te atraen tu amor a la humildad,
Pues ellos te descubren los tesoros
De un corazón que es todo caridad.
DIOS SEA BENDITO
ORACIÓN
¡Oh Bienaventurada Margarita María! depositaria venturosa del tesoro de los cielos, el Corazón Divino de Jesús, permite que, considerándote mi hermana, en este incomparable amor, te ruegue me des con generosidad, la parte que me corresponde en esa mansión de infinita caridad. Confidente de Jesús, acércame tú al Sagrario de su pecho herido; Esposa de predilección, enséñame a sufrir por la dilatación de aquel reinado cuya causa te confió el Maestro. Apóstol del Sagrado Corazón, consígueme que se realicen conmigo las promesas que en beneficio de su gloria, te hizo ochenta y siete veces el Amado; Discípula regalada del Divino Corazón, enséñame la ciencia de conocerlo como lo conociste tú, en el perfecto olvido de mí mismo y de la tierra. Víctima del Corazón de Jesús Sacramentado, toma el mío, y ocúltalo en la llaga donde tú viviste, compartiendo ahí las agonías del Cautivo del amor, de Jesús-Eucaristía. El, te dijo, hermana muy amada, que dispusieras en la eternidad del cielo, de este otro cielo, el de su Corazón Sacramentado; ¡Oh Margarita María! entrégamelo, pues, para consumirme en ese incendio, dámelo para llevarlo como vida redentora a los pobres pecadores y como glorificación de ese mismo Corazón Divino a las almas de los justos. ¡Ah, sí! compartamos, hermana mía el mismo sacrificio, el mismo apostolado, el mismo paraíso del Corazón Divino de Jesús: venga a nos su reino.