SAN VICENTE FERRER
1350 – 1419
TRIDUO
ORACIÓN INICIAL
Por la señal…
Acto de contrición.
Oración preparatoria para todos los días.
Omnipotente Dios y Señor Nuestro, que quisisteis enviar al mundo a vuestro siervo San Vicente Ferrer para que fuera como otro precursor vuestro y predicara a todas las gentes las glorias de vuestro Nombre adorable, defendiera a la santa Iglesia y sacara de la esclavitud del pecado a millares de pecadores: Aceptad los obsequios que en estos tres días os dirigimos, venerando la memoria de este Bienaventurado Apóstol, gloria del mundo, decoro de la Orden de Predicadores y una de las más puras honras de la ciudad y reino de Valencia.
Y Vos, gloriosísimo Abogado, Padre y Defensor nuestro, benditísimo San Vicente Ferrer, dignaos aceptar nuestras oraciones y presentarlas al Señor interponiendo vuestro poderoso valimiento. Alcanzadnos consuelo en las aflicciones, socorro en nuestros infortunios, salud en nuestras dolencias, el favor especial que os pedimos en este triduo, siendo del agrado del Señor, y que en la hora de nuestra muerte vayamos con Vos a la gloria, a bendecir en vuestra compañía a nuestro Amantísimo Jesús, por los siglos de los siglos. Así sea.
Leer y meditar a continuación la lectura del día que corresponda:
DÍA PRIMERO
Predestinación y vocación de San Vicente Ferrer
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Consideración. Considera cómo Dios predestinó a San Vicente Ferrer para la santidad más sublime y lo llamó al estado y oficios más excelentes. Mira con qué atención, fidelidad y perseverancia correspondió él a esta vocación divina; cómo nunca puso estorbos, con los pecados, a la misericordia de Dios, sino que anduvo siempre solícito en conseguir y aumentar en sí todas las virtudes. Siendo niño, jamás se entrega a los fútiles entretenimientos de aquella edad; su estudio y sus afanes son aplicarse cada día con nuevo fervor a las cosas de Dios, a fomentar en su corazón el amor a la oración, a la frecuencia de los Sacramentos, a cumplir, en una palabra, la voluntad divina, representada por sus padres y sus maestros. Mira con qué tesón y fidelidad realiza en si la vocación divina y cómo una vez hecho religioso no descansa en el cumplimiento de los deberes que su estado le impone. Míralo siempre ocupado y empeñado en adquirir la perfección de su vocación, dedicado en cuerpo y alma al Apostolado, que es el ministerio de la Orden de Predicadores que él profesó. Contempla con qué sacrificios tan continuos procura salvar almas, auxiliar a la Santa Madre Iglesia, hacer que en todas partes sea honrado, temido y amado Nuestro Señor Jesucristo. Nada estima digno de su aprecio que no tenga esta finalidad. Alegre en su humildad, rechaza las más altas dignidades y distinciones que Reyes y Papas quieren otorgarle; su vida, aunque conmueve al mundo con sus prodigios milagrosos, se desliza oculta en Dios y no la manchan ni la vanidad ni la avaricia ni la concupiscencia, y así persevera hasta exhalar el último suspiro. (Medítar y pedir a San Vicente el favor especial que se desee obtener en este Santo Triduo.)
Oración. ¡Bienaventurado Padre San Vicente Ferrer, escogido por Dios desde toda la eternidad para que fueseis como divino heraldo suyo que llevaseis su glorioso Nombre a todos los pueblos, gentes y naciones! Mi corazón siente una pena singular pensando en los muchos pecados en que me hallo envuelto por no haber yo sido fiel a mi vocación ni haberme cuidado siquiera de dar gracias al Señor por esta su voluntad santísima de salvarme. Vos, que tan fielmente correspondisteis a la divina voluntad; que por eso mismo fuisteis creciendo en dones celestiales a medida que crecíais en edad; Vos, que hasta el fin perseverasteis en el ejercicio de las virtudes cristianas, dignaos interponer en favor mío vuestra poderosa intercesión a fin de que Dios Nuestro Señor me conceda la gracia de serle fiel en adelante y la que en especial me propongo conseguir mediante este santo Triduo, si es conforme con su divina voluntad y en honor vuestro y para salvación eterna de mi alma. Así sea.
Obsequio. Rezar una vez el Santo Rosario en memoria de la devoción que por él tuvo San Vicente Ferrer.
DÍA SEGUNDO
Justificación y santificación de San Vicente Ferrer.
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Consideración. Desde niño tuvo San Vicente Ferrer grandísimo afán por guiarse siempre de la divina voluntad. Cuando resuelve abandonar el mundo y hacerse religioso la única suprema razón que da a sus padres para tranquilizarlos y consolarlos es que Dios le llama, y que haciendo lo que Dios manda en nada quedarán lesionados los intereses más caros de esta vida. Sobre esta base se cimenta la santificación y justificación de nuestro Santo; y fue ésta tan amplia de parte de Dios Nuestro Señor y de parte del Santo que mayor no es fácil encontrar en los escogidos. Porque además de profesar a la Santísima Virgen María un amor inmenso, que es, a todas luces, prueba irrefragable de santidad verdadera, no hay virtud cristiana en que no resplandeciera de modo heroico. Su fe, sin límites; su esperanza, omnímoda; su caridad, encendidísíma; su prudencia, sin igual; acabada en todo su justicia; hasta lo heroico su fortaleza; su templanza, tan perfecta que, con mucha razón, se le llama Angel de pureza. (Medítar y pedir a San Vicente el favor especial que se desee obtener en este Santo Triduo.)
Oración. ¡Amantísimo Padre y Abogado mío, San Vicente Ferrer! ¡Cuán grande es mi confusión y turbación al considerar la diferencia que hay entre vuestra vida, toda llena de virtudes, y la mía, toda llena de pecados y vicios! Os doy plácemes por las misericordias derramadas sobre vos tan a manos llenas por Dios Nuestro Señor y por la fidelidad con que VOS correspondisteis a la amorosa acción divina. Recurro a vuestra protección poderosa para que me alcancéis del Señor que más y más me justifique y al irme en mí su divino Espíritu por el continuo ejercicio de las virtudes cristianas. Concededme esta gracia y también el favor especial que me he propuesto conseguir de vos en este santo Triduo, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honor vuestro y salvación de mi alma. Así sea.
Obsequio. Ofrecer una Comunión por la conversión de los pecadores.
DÍA TERCERO
La glorificación de San Vicente Ferrer
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Consideración. No podemos saber, ni siquiera calcular aproximadamente, la gloria de cada uno de los escogidos. Pero si es cierto que corresponde a la vida santa que han llevado en la tierra, ¿quién es capaz de decir la gloria del Bienaventurado San Vicente Ferrer? Su caridad sin límites, sus virtudes heroicas, su vida entera consagrada al servicio del Señor, sus preeminencias en lo que dicen gracias (gratis datas), todo, finalmente, en este Santo nos da motivo para creer que su glorificación en el cielo ha sido proporcionada a las pruebas con que Dios ha querido manifestarnos la predilección con que le trató en la tierra. Considera, pues, cómo entra en la gloria este Angel del Apocalipsis cargado de méritos, hecho un ascua de amor divino, lleno de todas las bendiciones. Mira la singular gloria en que es colocado: como ángel, por su misión; como apóstol, por su elección; como doctor, por su sabiduría; como virgen, por su pureza; como mártir, por su vida de mortificación y anhelo constante de morir por Cristo, haciendo frente a todos los rigores, penalidades, mortificaciones, a la misma muerte, que muchas veces le juraron los enemigos de su celo apostólico.
A Vista de tanta gloria, considera cuánto será el poder de intercesión de que está dotado en el cielo quien tanto pudo con Dios en la tierra; y con esto crezca tu confianza en tan glorioso
Padre y Abogado; acude a él en todas tus cuitas, y espera con toda seguridad, que serán oídos tus ruegos y despachadas tus oraciones en bien tuyo; por lo mismo que pedirás y suplicarás siempre, anhelando antes que todo por la gloria de Dios, cumplimiento de su voluntad divina y bien de tu alma. (Medítar y pedir a San Vicente el favor especial que se desee obtener en este Santo Triduo.)
Oración. ¡Gloriosísimo Abogado mío, Padre San Vicente Ferrer! ¡Yo os felicito por el cúmulo de perfecciones con que Dios Nuestro Señor adornó vuestra alma y por la fiel solicitud con que procurabais ser agradecido a tan soberano amor, solicitud y correspondencia que os han merecido el altísimo trono de gloria en que os contempla la Iglesia Nuestra Madre! Haced, glorioso Abogado nuestro, que en estos sentimientos que ahora me ocupan viva yo siempre practicando sin deficiencias cuantas obras de virtud Dios Nuestro Señor exija de mí. No me neguéis nunca vuestra gloriosa intercesión en este negocio, el más importante, el único de verdad necesario que debe preocuparme, y alcanzadme también el especial favor que en este Triduo espero de Vos, siendo para honra vuestra y salvación de mi alma. Así sea.
Obsequio. Rezar una vez el Trisagio en memoria de la gloria que en el cielo tiene San Vicente Ferrer.