ORACIÓN II
Oh dulcísimo Jesús, que con tus palabras y tus ejemplos nos has predicado tan elocuentemente el precepto de amar al prójimo, dígnate glorificar esa misma caridad cristiana, coronando con la aureola de los Santos a tu siervo san Damián que, inflamado en tu amor, quiso vivir y morir al servicio de los pobres leprosos de Molokai.
Un padrenuestro y cinco avemarías pidiendo el reinado del Sagrado Corazón diciendo tres veces estas jaculatorias:
«Corazón divino de Jesús, venga a nosotros tu Reino».
«María, Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.»