NOVENA [1]
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
Señor Dios nuestro, que en los designios de vuestra bondad adorable predestinasteis a San Antonio María Claret para el ministerio apostólico de la salvación de las almas y le previnisteis con especiales dones de gracia, a fin de que fuera dechado de santidad en los distintos estados de la vida cristiana. Yo os alabo y doy gracias por los tesoros de virtud que depositasteis en su alma, sobre todo aquel espíritu de caridad con que acogía a cuantos recurrían a él en sus necesidades espirituales y temporales. Concededme la gracia de saber seguir sus ejemplos e imitar sus virtudes, y especialmente la que vengo a pediros en esta Novena mediante su poderosa intercesión ante Vos. Os la pido también por el Corazón Inmaculado de María, de cuyas glorias y misericordia le hicisteis apóstol predilecto. Amén.
Rezar a continuación la oración del día que corresponda:
Terminar cada día con estas invocaciones y la oración final.
INVOCACIONES PARA TODOS LOS DÍAS
1. Glorioso San Antonio María, Confesor y Pontífice de la Iglesia: alcánzanos tu amor a la Iglesia santa y una fidelidad inquebrantable a todas sus enseñanzas y preceptos. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
2. Glorioso San Antonio María, Apóstol de la Santísima Virgen: alcánzanos tu devoción a su Inmaculado Corazón, y mediante ella la salvación de nuestras almas. Padrenuestro, etc.
3. Glorioso San Antonio María, ilustre Fundador de Congregaciones religiosas: alcánzanos un ardiente amor a Jesús, para seguir sus pasos hasta la cumbre de la perfección cristiana. Padrenuestro, etc.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
V. Ruega por nosotros, San Antonio María.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
Señor Dios, que adornasteis con virtudes apostólicas a vuestro bienaventurado Confesor y Pontífice Antonio María, y por su medio reunisteis en la Iglesia nuevas familias de clérigos y de vírgenes: os suplicamos nos concedáis que, instruidos con sus saludables enseñanzas y confortados con sus ejemplos, podamos felizmente llegar a Vos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
DÍA PRIMERO
Inocencia angelical
Comenzar con la oración preparatoria de todos los días.
MEDITACIÓN
Considera los admirables ejemplos de virtud que desde su más tierna infancia da San Antonio María Claret. Nace en Sallent de unos padres cristianos, modestos tejedores, que se distinguían más por sus virtudes cristianas que por su fortuna. De ellos aprende el santo temor de Dios, la piedad y un espíritu de fe viva que le hace pensar con frecuencia en la eternidad y en la desgracia de los condenados. Distínguese por su modestia, por su obediencia y sobre todo por su inocencia, que él cultiva con una tierna devoción a la Santísima Virgen y a la divina Eucaristía. En medio de sus juegos infantiles sentía interiormente una voz que le llamaba; y obediente a ella, acudía al templo a los pies de la imagen de María o del sagrario. Así santificó su infancia y conservó intacta la inocencia bautismal.
INVOCACIÓN
¡Oh glorioso Antonio María, que, prevenido con bendiciones de dulzura, consagraste al Señor tu inocencia, que después guardaste incólume por toda la vida! Infúndenos amor ferviente a la gracia de Dios, para que la guardemos celosamente como el más grande de los tesoros, y la recobremos inmediatamente si alguna vez tuviéramos la desgracia de perderla.
Pídase ahora las gracias que deseen obtenerse mediante la Novena. Concluir con la oración final.
DÍA SEGUNDO
Vida de trabajo
Comenzar con la oración preparatoria de todos los días.
MEDITACIÓN
San Antonio María fue en toda su vida modelo perfectísimo del trabajo cristianamente aceptado y cumplido. Ya de niño, sus padres le pusieron en el telar, para ayudar a las necesidades de la casa. Antonio se entregó a las labores textiles con todo empeño, mostrando en ellas extraordinarias habilidades y acompañando el trabajo con la práctica de la piedad y el rezo del santo Rosario. Joven, fue a los grandes centros fabriles de Barcelona, donde con su constante laboriosidad ganó la confianza de todos y los primeros puestos en el arte. Seminarista, alternaba la oración y el estudio. Sacerdote, fue infatigable misionero, recorriendo a pie los pueblos, predicando innumerables sermones, dando largas horas al confesionario, robando al sueño la mayor parte de la noche, que dedicaba a la oración, al estudio, a la composición de innumerables libros y opúsculos. Sólo por su trabajo extraordinario y asiduo pueden explicarse las portentosas obras y empresas que realizó en su vida. Para él, el trabajo, acompañado siempre de la oración, fue alimento de su vida espiritual, medio de apostolado, contribución a la obra redentora de Cristo. Así debe serlo para el cristiano.
INVOCACIÓN
¡Oh glorioso San Antonio María, que joven artesano, supiste huir los peligros del mundo, y en la práctica de la piedad y en la aplicación al trabajo cotidiano encontraste el medio de santificar el alma y conservar puro y fuerte el cuerpo! Enséñanos a comprender la virtud santificadora del trabajo cristianamente cumplido, y alcánzanos la gracia de que a tu imitación sepamos santificar nuestra vida en la práctica de las obligaciones de nuestro estado. Amén.
Pídase ahora las gracias que deseen obtenerse mediante la Novena. Concluir con la oración final.
DÍA TERCERO
Fidelidad a la vocación
MEDITACIÓN
Era Antonio todavía muy niño cuando sintió vivos deseos de ser sacerdote y emprendió el estudio para prepararse a serlo. Por obedecer a su padre lo suspendió por algunos años, hasta que, experimentando más fuerte el divino llamamiento, comenzó en el seminario de Vich la carrera eclesiástica. ¡Qué fidelidad la suya a la vocación divina, en superar toda clase de dificultades, ya cuando seminarista, ya cuando sacerdote! ¡Qué docilidad la suya a las inspiraciones de la gracia, al consejo de sus directores, a la voluntad de su Superior eclesiástico! Por corresponder a ella, va a Roma, regresa a la Península, emprende las misiones, va a los pueblos que se le señalan, acepta el arzobispado y después el cargo de confesor real. Su espíritu estaba siempre presto a escuchar la voz de Dios en cualquiera de sus manifestaciones; su voluntad, resuelta a seguir la divina voluntad hasta el heroísmo y la muerte. Así realizó los designios de Dios, designios providenciales para España y para la Iglesia. Así fue un hombre según el corazón de Dios.
INVOCACIÓN
¡0h glorioso San Antonio María, que apenas sentiste la vocación de Dios a un ministerio más alto y heroico, renunciaste al lisonjero porvenir que el mundo te ofrecía, abrazando el estado eclesiástico! Alcánzanos la gracia de ser siempre dóciles a las celestes inspiraciones, para que, aun a costa de dolorosos sacrificios, sepamos seguir el divino llamamiento y servir al Señor en el puesto en que él quiere le glorifiquemos. Amén.
Pídase ahora las gracias que deseen obtenerse mediante la Novena. Concluir con la oración final.
DÍA CUARTO
Vida de celo
Comenzar con la oración preparatoria de todos los días.
MEDITACIÓN
San Antonio María Claret es llamado el apóstol del siglo XIX. Y eso fue toda su vida: de celo y apostolado. Desde niño le infundió el Señor ardiente deseo de salvar las almas, y ese celo fue creciendo toda su vida. Se hizo misionero apostólico y se entregó totalmente a la obra de las misiones, recorriendo toda Cataluña, Canarias, la archidiócesis de Cuba y después la mayor parte de España, anunciando apostólicamente la palabra de Dios en misiones, ejercicios y toda clase de predicación: a toda clase de personas, en todos los lugares, en las ciudades más populosas como en las más pequeñas aldeas. Acompañó este apostolado de la palabra con el de la prensa, publicando innumerables libros y opúsculos, difundiendo toda clase de buenas lecturas, fundando asociaciones para la propaganda religiosa. Y lo completó con el apostolado del buen ejemplo, en la palabra, en todo su porte, en toda su vida santísima, que trascendía a Dios y que sólo buscaba las almas para llevarlas a Dios.
INVOCACIÓN
¡Oh glorioso San Antonio María, que ungido sacerdote del Señor, no pensaste en otra cosa, ni ambicionaste sino evangelizar a los pobres y humildes y retornar a Dios a los pecadores arrepentidos, renovando en tu vida y persona las maravillas y hechos de los Apóstoles! Alcánzanos que, encendidos en el celo de las almas, nos empleemos en llevar a Dios a nuestros hermanos extraviados, con la palabra, con el ejemplo y con la oración, siendo así verdaderos testigos y apóstoles de Cristo. Amén.
Pídase ahora las gracias que deseen obtenerse mediante la Novena. Concluir con la oración final.
DÍA QUINTO
Vida de oración
Comenzar con la oración preparatoria de todos los días.
MEDITACIÓN
El celo apostólico de San Antonio María era fruto de su amor a Dios y se alimentaba en su vida interior, en su vida de oración. Cultivó siempre la oración, la mental como la vocal, dedicándose a una y a otra todos los días. Rezaba diariamente las tres partes del Rosario, el Viacrucis, el santo Trisagio y muchas otras devociones. Visitaba diariamente el Santísimo Sacramento. Por los caminos rezaba distintas devociones, y al llegar a los pueblos invocaba a los Santos y Ángeles tutelares de los mismos. Dedicaba algunas horas diarias a la oración mental, robándolas al sueño de la noche, diciendo que se creería perdido el día que hubiera abandonado la oración. Fomentaba este espíritu con el recogimiento y la presencia de Dios; y para ello se había fabricado un oratorio espiritual en su corazón, donde día y noche adoraba a Dios, suplicándole continuamente por sí y por los demás. Por eso el Señor le favoreció con gracias extraordinarias y con comunicaciones sobrenaturales y dio fruto copiosísimo a todos sus trabajos y empresas.
INVOCACIÓN
¡Oh glorioso San Antonio María, que en el trato continuo con Dios por la oración transformaste toda tu vida hasta no vivir sino en Cristo y para Cristo, en los pensamientos, en los afectos y en las obras! Alcánzanos el espíritu de oración, danos a conocer su excelencia y necesidad, enséñanos la práctica de la piedad cristiana, para que mediante la oración aprendamos a vivir cristianamente, a santificar nuestras obras y con el cumplimiento de nuestros deberes conseguir la vida eterna. Amén.
Pídase ahora las gracias que deseen obtenerse mediante la Novena. Concluir con la oración final.
DÍA SEXTO
Vida de penitencia
MEDITACIÓN
No es posible la vida cristiana sin el espíritu de penitencia, ni menos la santidad sin la práctica de la mortificación. ¡Qué ejemplo nos da de ello San Antonio María Claret! La comenzó ya de joven, y le acompañó toda la vida. Tres días a la semana se ponía el cilicio; otros tres se disciplinaba; ayunaba los viernes y sábados. De estudiante, se levantaba muchas veces de la cama, exclamando: «¡Señor! ¿Vos en un pesebre, y yo en una cama? ¡Jesús mío! ¿Vos en la cruz, y yo en un blando lecho?» Y se entregaba así a la penitencia. En su vida de misionero, comía frugalísimamente; no probaba la carne ni el vino; dormía muy poco, y las más de las veces, recostado en una silla; hacía siempre los viajes a pie, privándose de todo refrigerio. Más extraordinarias fueron sus penitencias cuando arzobispo y cuando confesor real, por las especiales circunstancias en que se mantenía fiel a su plan de austeridad y de privaciones. Y a estas mortificaciones voluntariamente tomadas, ¿cómo no sumar las que le venían de los mismos ministerios, de los elementos, de la persecución de los malos? Bien pudo exclamar, al fin de su vida, que llevaba en su carne los estigmas de Jesucristo.
INVOCACIÓN
¡0h glorioso San Antonio María, que por el ejercicio constante de la penitencia y por la paciencia admirable en sufrir toda clase de persecuciones llevaste impresa en tu cuerpo la mortificación de Cristo, viviendo crucificado al mundo y a la carne! Alcánzanos el espíritu de penitencia con que sepamos dominar las pasiones, huir de los falsos halagos del mundo y seguir a Jesús por el camino de la cruz, hasta merecer los premios de la. gloria. Amén.
Pídase ahora las gracias que deseen obtenerse mediante la Novena. Concluir con la oración final.
DÍA SÉPTIMO
Espíritu de humildad
Comenzar con la oración preparatoria de todos los días.
MEDITACIÓN
Enseñan los Santos que la humildad es el fundamento de la perfección, la primera virtud del cristiano. Sobre este fundamento trató San Antonio María de levantar el templo de su santidad. Por ello se entregó tan completamente a su ejercicio. Con la consideración de su nada, con la meditación de las divinas excelencias, con el examen diario sobre esta virtud; sobre todo, con el ejercicio constante de actos de humildad. Por más de veinte años llevó el examen particular sobre el ejercicio de esta virtud. Hacer actos públicos de humildad, como besar los pies de los otros, servirles en la mesa, hacer los oficios más abyectos, fue práctica frecuente de toda su vida, aun cuando arzobispo y confesor real. Sobre todo, su humildad brilló heroica en el silencio y paz con que sufrió las más horribles calumnias en su fama y en su vida, sin salir nunca en propia defensa ni permitir que otros lo hicieran. Ni las aclamaciones le ensalzaban, ni la persecución le abatía; con igual modestia y sencillez en las dignidades que en la oscuridad de sus ministerios apostólicos; llano con los pobres y menesterosos, fuerte y desinteresado con los grandes. Buscaba siempre a Dios; quería imitar a Jesús, manso y humilde de corazón.
INVOCACIÓN
¡Oh glorioso San Antonio María, que, para seguir más perfectamente a Jesús, te abrazaste con las humillaciones y los desprecios, no buscando más que la gloria de Dios en todo! Alcánzanos la humildad de corazón, con la que sepamos combatir la soberbia de la vida, someternos en todo a la divina voluntad y glorificar a Dios en esta vida para poseerlo felizmente en la eterna. Amén.
Pídase ahora las gracias que deseen obtenerse mediante la Novena. Concluir con la oración final.
DÍA OCTAVO
Vida mariana.
Comenzar con la oración preparatoria de todos los días.
MEDITACIÓN
San Antonio María tuvo una verdadera piedad filial para con la Santísima Virgen; la amó y honró siempre como a Madre ternísima. De niño, se complacía en visitar sus imágenes; de tejedor, le rezaba todos los días las tres partes del Rosario; de estudiante, se alistó en sus asociaciones, para venerarla más fielmente; sacerdote, se consagró como esclavo suyo de amor; misionero, predicó incansable sus glorias y propagó las prácticas de devoción y sus asociaciones, especialmente el santo Rosario y la devoción a su Inmaculado Corazón, cuya archicofradía estableció en todas las parroquias de la archidiócesis de Santiago. ¡Con qué ternura filial amaba al Corazón Inmaculado de María! Y ¡cuán maternalmente pagó la Santísima Virgen esta piedad de su’ Siervo! ¡Cuántas veces le libró de la muerte, le dió victoria en las tentaciones y peligros, hizo fructuosísimos todos sus ministerios!
INVOCACIÓN
¡Oh glorioso San Antonio María, que ya desde los tiernos años escogiste a la Santísima Virgen por madre y maestra de vuestra vida espiritual, logrando así llegar a las más altas cumbres de la santidad! Alcánzanos para con ella verdadera piedad de hijos; que conozcamos sus grandezas y excelencias, que sintamos el atractivo de su Corazón maternal, para mejor conocer, amar y servir a su Santísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Pídase ahora las gracias que deseen obtenerse mediante la Novena. Concluir con la oración final.
DÍA NOVENO
Vida eucarística
Comenzar con la oración preparatoria de todos los días.
MEDITACIÓN
El sagrario fue el hogar donde se formó la vida espiritual de San Antonio María y donde continuamente se encendían su amor a Dios y su celo por las almas. Para eso visitaba frecuentísimamente a Jesús Sacramentado, pasaba largo tiempo meditando su amor, celebraba fervorosamente la santa Misa y de mil modos practicaba su devoción para con la Eucaristía. ¡Cómo deseaba unirse con Jesús! «Yo me abrazo espiritualmente con Jesús -decía-, y en este abrazo pasaría toda la eternidad.» Y añadía: «Oh Jesús! Cuando en la santa Misa pronuncio las palabras de la consagración, la sustancia del pan y del vino desaparecen… Pronunciad sobre mí las palabras de la consagración: consagradme, Jesús mío, para que yo desaparezca, y bajo mis apariencias viváis únicamente Vos.» ¡Cómo correspondió el Señor a este amor de su Siervo, uniéndole a sí, concediéndole el favor de conservarse milagrosamente en su interior las especies sacramentales de una comunión a otra, convertido de este modo como en un sagrario viviente!
INVOCACIÓN
¡Oh glorioso San Antonio María, amantísimo de Jesús Hostia, sagrario viviente de la Eucaristía! Alcánzanos aquella tu ardentísima devoción a este santo misterio; que lo veneremos con fe, que lo recibamos con amor, que sea siempre nuestro alimento espiritual acá en la tierra, para que podamos verlo, adorarlo y gozarlo en el cielo. Amén.
Pídase ahora las gracias que deseen obtenerse mediante la Novena. Concluir con la oración final.
1. El autor de esta novena es R. P. G. Martínez Antoñana, misionero Hijo del sagrado Corazón de María y lleva licencia eclesiástica.