Mensaje del 8 de septiembre de 1996 en Bratislava (Eslovaquia)
Natividad de la Santísima Virgen
María Con la fuerza de los pequeños.
«Recogeos, como flores perfumadas de amor y de pureza, en tomo a la cuna en la que soy depositada en el momento de mi nacimiento. Porque fui pequeña complací al Señor. Porque fui pequeña fui destinada por Dios a guiar el ejército de sus hijos contra el terrible ejército de Satanás, de los espíritus rebeldes y de sus potentes secuaces. Con mis pequeños hijos al final Yo obtendré mi mayor victoria. -Con la fuerza de los pequeños, Yo venceré el gran poder de Satanás que ha instaurado su reino en el mundo y ha seducido, con la copa del placer y de la lujuria a todas las naciones de la tierra. Por esto, con mi Movimiento Sacerdotal Mariano, Yo estoy recogiendo por todas partes a mis pequeños niños y con gozo veo que ellos me responden con generosidad y en un número cada vez mayor. -Con la fuerza de los pequeños Yo haré retornar a Dios a esta pobre humanidad engañada y seducida por las falsas ideologías, particularmente insidiada por el gran error del ateísmo. Con él Lucifer, la Serpiente antigua, Satanás ha querido renovar su desafío orgulloso a Dios, llevando a la humanidad a repetir su gesto de rebelión al Señor: «Non serviam: No le serviré». Entonces Yo recojo en el jardín de mi Corazón Inmaculado el gran ejército de mis pequeños hijos y los ofrezco a la perfecta actuación de la Voluntad del Padre Celeste. Asi en ellos y por medio de ellos, Yo repito mi gesto de humilde y perfecta disponibilidad a su Voluntad, repitiendo una vez más mi Fíat: Sea hecha tu Santa y Divina Voluntad. -Con la fuerza de los pequeños, Yo curaré a esta humanidad, enferma y herida por el pecado, por el orgullo, por la violencia y por la impureza. Por esto conduzco, con dulce firmeza a todos mis pequeños hijos por el camino de la santidad, de la humildad, del amor y de la pureza. Entonces este mundo volverá a ser el jardín, en el cual el Señor podrá una vez más ser amado, gozado, servido y perfectamente glorificado. Así se cumplirá la gran victoria predicha y cantada por la Sagrada Escritura: «Con la boca de los niños de pecho, afirmas tu poder contra tus adversarios, para reducir al silencio al enemigo y al rebelde»(Salmo 8 v.3) Bendigo esta pequeña Nación, que, en estos días tanta alegría y consuelo ha dado a mi Corazón Inmaculado. Has visto, pequeño hijo mío, con cuánto entusiasmo los Sacerdotes y los fieles han respondido a mi invitación a participar en los Cenáculos: Cuántas gracias han descendido sobre tantos hijos de esta Nación, donde la Madre Celestial ha tenido una de las mayores respuestas a su invitación a adherirse al Movimiento Sacerdotal Mariano, para formar parte del ejército victorioso de mis pequeños niños»