Mensaje del 7 de marzo de 1996 en Montevideo (Uruguay)
La misión que te he confiado.
«Continúa este viaje tuyo tan fatigoso, para realizar Cenácuos en tantas ciudades de este Continente de América Latina, donde la Madre Celestial es amada y cada vez más glorificada. Mira como el triunfo de mi Corazón Inmaculado se hace aquí una maravillosa realidad. Cuanto consigues hacer es humanamente imposible; Yo te sostengo y te conduzco; Yo te doy fuerza y alivio, porque los tiempos de mi triunfo han llegado y tu debes cumplir la misión que te he confiado de llevar a todos al seguro refugio de mi Corazón Inmaculado. -La misión que te he confiado es la de llevar a mi jardín materno a los niños, expuestos a muchos peligros, sometidos a tanta violencia, encaminados por la senda dolorosa del pecado y de la impureza. Esta generación mala y perversa tiende cada día insidias a estos pequeños, que Jesús protege en el recinto de su amor divino y a los cuales manifiesta los secretos de su Padre Celestial. -La misión que te he confiado es la de conducir a los jóvenes a la consagración a mi Corazón Inmaculado, para sustraerlos al gran peligro de alejarse de Jesús y de Mí. Cuánto seduce a los jóvenes el mundo perverso en el que vivís, al ofrecerles el pan envenenado del pecado y del mal, del placer y de la impureza, de la diversión y de la droga. Yo conduzco a los jóvenes dentro del seguro refugio de mi Corazón Inmaculado, para que sean defendidos y protegidos por Mí de todos los peligros, formados y conducidos por el camino del amor y de la santidad, de la mortificación y de la pureza, de la penitencia y de la oración. Así me formo el ejército de mis jóvenes, llamados a entrar en los tiempos nuevos, que la Madre Celestial prepara para la Iglesia y para toda la humanidad. -La misión que te he confiado es la de llevar al interior del recinto luminoso de mi Corazón Inmaculado a las familias cristianas, para que sean ayudadas por Mí a vivir en la unidad y en la fidelidad, en la oración y en el amor, disponibles al don de la vida, que debe ser acogida siempre, protegida y custodiada celosamente. -La misión que te he confiado es la de conducir al interior del seguro refugio de mi Corazón Inmaculado a los Sacerdotes, que son los hijos de mi predilección materna, para que sean consolados y alentados por Mí, ayudados a ser ministros fervientes de Jesús que deben revivir y anunciar fielmente en su vida el Evangelio. -La misión que te he confiado es la de introducir en mi Corazón Inmaculado todo este gran Continente de América Latina que me pertenece y que Yo custodio con celo materno. Ve, mi pequeño niño, aún por poco tiempo, por todos los caminos del mundo, hacia los pueblos y naciones tan lejanos a los que Yo te llevo con amor y alegría. Ahora debes entrar en la segunda fase de tu existencia y prepararte a vivir lo que en grado elevado Yo te pido en el amor y en el dolor, para que tu misión se cumpla y así puedas llevar a cabo la obra que te he confiado».