Mensaje del 31 de diciembre de 1996 en Milán
Ultima noche del año
Orad y reparad.
«Os invito a transcurrir las últimas horas de este año, recogidos Conmigo en la oración, en el silencio, en espíritu de intercesión y reparación. Orad y reparad. – Orad, para obtener del Señor a través de la mediación materna de mi Corazón Inmaculado, las gracias de las que estáis necesitados, en estos días conclusivos de la purificación y de la gran tribulación. Con el próximo año entráis en el tiempo de la inmediata preparación al gran jubileo del año dos mil. Esta particular preparación, a la que el Papa os solicita con su carta apostólica «Tertio milennio adveniente», es para haceros comprender que aquella fecha es importante y significativa para la Iglesia y para toda la humanidad. Aquella fecha debe ser particularmente significativa para vosotros, porque Yo os he preanunciado para tal fecha el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo. -Orad en íntima unión de fe con vuestra Madre Celestial que cumple con su obra materna de intercesión por todos sus hijos. Yo os pido una oración incesante, humilde, perseverante, confiada. Por esto renuevo una vez más mi petición de difundir por todas partes los Cenáculos de oración y de fraternidad. Que se difundan estos Cenáculos entre los Sacerdotes, que son mis hijos predilectos y entre los fíeles. Espero una respuesta generosa de los niños, para que sean defendidos y protegidos por Mí de la gran perversión que ha contaminado a todo el mundo. Pido a los jóvenes que se recojan en estos Cenáculos, para aproximarse a los tiempos nuevos que he preparado para ellos. Sobre todo en estos Cenáculos deben recogerse las familias cristianas, para que sean ayudadas por Mí a vivir en perfecta comunión de amor, abiertas siempre al don de la vida que debe ser deseada, protegida y defendida. -Orad para obtener el gran don del segundo Pentecostés, invocado y esperado por vosotros. Será el Espíritu Santo quien dará al mundo su pleno y perfecto testimonio de Jesús. Jesucristo debe ser acogido, amado, adorado y seguido por toda la humanidad como el único Redentor y Salvador vuestro. El Espíritu Santo abrirá las mentes y los corazones de todos para acoger la luz de la Verdad. Y así se hará un solo rebaño bajo un solo pastor. -Reparad por los pecados de esta pobre humanidad, que se encuentra totalmente bajo el poder de mi Adversario. ; Ved como ha rechazado a Dios! Ella ha construido una civilización pagana, fundada sobre la búsqueda exasperada del placer y del bienestar material. La Ley del Señor es completamente subvertida y son legitimados hasta los mas graves desórdenes morales. La soberbia ha seducido las mentes; la impureza ha corrompido los corazones; la tiniebla del pecado y del mal ha oscurecido las almas. Ahora esta pobre humanidad ha tocado el fondo de su miseria. 1178No consigue ya recobrarse, si una gran misericordia no la levanta. Rogad que llegue al mundo el gran milagro de la Divina Misericordia. -Reparad por la infidelidad de tantos hijos de la Iglesia. La falta de fe se extiende entre sus mismos Pastores y el rebaño es golpeado por el viento impetuoso de la apostasía. Los errores son difundidos, enseñados y seguidos; las sectas se multiplican por todas partes. ¿Quien permanecerá firme todavía en la fe en Jesús y en su Iglesia? -Reparad por mis pobres hijos pecadores. A vosotros os pido cuanto pedí a los tres niños a los que me aparecí en Fátima. ¿Queréis ofrecer vuestra vida en espíritu de oración y de reparación, por la salvación de todos los pecadores, especialmente de aquellos que tienen mayor necesidad de la Divina Misericordia? Entonces formáis Conmigo una gran red de amor y de salvación extendida por todo el mundo. Es esta el arca de la nueva alianza, el refugio seguro y esperado, en el cual deben entrar los alejados, los ateos, los pecadores, los pobres, los enfermos, los desesperados, para que puedan gozar todos de la luz, de la paz, de la alegría que sólo el Corazón Inmaculado de vuestra Madre Celestial os puede dar. Nunca como en estos últimos tres años, que os separan del gran Jubileo, se pondrá de manifiesto, de una manera cada vez más fuerte, a la Iglesia y a la humanidad, como mi Corazón Inmaculado será vuestro refugio seguro. Por esto os pido que paséis las últimas horas de este año, no en la disipación y la diversión, sino Conmigo en la oración y en el recogimiento. Rezad y reparad, hijos míos predilectos. Vuestra Madre Celestial hace descender sobre vosotros sus rayos luminosos de pureza y santidad. Os preparo para recibir los nuevos días que os esperan como dones de gracia y de misericordia, por que, a través vuestro, mi Corazón Inmaculado quiere obtener su triunfo preanunciado».