Mensaje del 24 de diciembre de 1996 en Dongo (Italia)
Noche Santa
Dios con nosotros.
«Vivid Conmigo el misterio de esta Noche Santa, en el silencio, en la oración, en la espera. Participad en la alegría profunda de vuestra Madre Celestial, que se prepara a daros a su divino Niño. El Hijo que nace de Mí es también mi Dios. Jesús es el Hijo Unigénito del Padre; es el Verbo por el que todo ha sido creado; es Luz de Luz, Dios de Dios, consubstancial al Padre. Jesús está fuera del tiemporEs eterno. Como Dios tiene en si mismo la síntesis de todas las perfecciones. Por medio de Mí este Dios se hace verdadero hombre. En mi seno virginal tuvo lugar su humana concepción. Y en la Noche Santa nace de Mí en una gruta pobre y sin adornos; es depositado en un frío pesebre; es adorado por su Madre y por su padre legal; es circuncidado en la humilde presencia de los pastores; es glorificado por el ejército celestial de los ángeles, que cantan el himno de gloria a Dios y de paz a los hombres amados y salvados por Él. Inclinaos Conmigo para adorar a Jesús Niño apenas nacido: Es el Emmanuel, es Dios con nosotros. -Es Dios con nosotros, porque en la persona divina de Jesús están unidas la naturaleza divina y la naturaleza humana. En el Verbo encamado se realiza la unidad substancial de la divinidad y de la humanidad. Como Dios, Jesús está por encima del tiempo y del espacio; es inmutable e impasible. Pero como hombre, Jesús entra en el tiempo, soporta el límite del espacio, se sujeta a toda la fragilidad de la naturaleza humana. -Es Dios con nosotros, que se hace hombre para nuestra salvación. En esta Noche Santa nace para todos el Salvador y Redentor. La fragilidad de este divino Niño se convierte en remedio para toda la fragilidad humana: Su llanto es el alivio de todo dolor; su pobreza es riqueza para toda miseria; su dolor es consuelo para todos los afligidos; su mansedumbre es esperanza para todos los pecadores; su bondad se convierte en salvación para todos los perdidos. -Es Dios con nosotros, que se hace redención y refugio para toda la humanidad. Entrad Conmigo en la gruta luminosa de su divino Amor. Dejaos depositar por Mí en la cuna dulce y suave de su Corazón, que hace poco que ha empezado a palpitar. Inclinaos Conmigo, en éxtasis de sobrehumana felicidad, para escuchar sus primeros latidos. Escuchar la divina armonía que se desprende de ellos con notas celestiales de amor, de alegría, de paz que el mundo no había conocido jamás. Es un canto que repite a cada hombre el eterno y dulcísimo ritmo del amor: te amo, te amo, te amo. Cada uno de sus latidos es un nuevo don de amor para todos. Escuchad Conmigo sus primeros vagidos de llanto. Es el llanto de un niño recién nacido; es el dolor de un Dios, que carga sobre si todo el dolor del mundo. -Es Dios con nosotros, porque, incluso en su humana fragilidad, Jesús es verdadero Dios. Jesucristo es Dios, por encima del cambio del tiempo y de la historia: Es el mismo ayer, hoy y siempre. Durante este año en el que la Iglesia os invita a entrar en la contemplación del misterio de Cristo, entrad todos en el refugio de mi Corazón Inmaculado. Como Madre os llevo a comprender el gran don de esta Noche Santa. El Padre ha amado tanto al mundo, que le ha dado a su Hijo Unigénito, para su salvación. El Espíritu Santo hizo fecundo mi seno virginal, porque el Hijo nacido de Mí es sólo fruto precioso de su divina acción de amor. Vuestra Madre Celestial dio su consentimiento materno, para que se pudiese cumplir el divino prodigio de esta Noche Santa. Hijos predilectos, inclinaos Conmigo para besar a mi Hijo recién nacido, y amad, adorad y agradeced porque este frágil Niño es Dios hecho hombre, es el Emmanuel, es Dios con nosotros».