Mensaje del 2 de febrero de 1996 en Managua (Nicaragua)
Presentación del Niño Jesús en el Templo
En el Templo Espiritual.
«Mi pequeño hijo te encuentras en esta nación tan insidiada y golpeada por mi enemigo, pero tan amada y custodiada por vuestra Madre Celestial en el seguro refugio de su Corazón Inmaculado. Yo he obtenido para ella el don de la liberación de la esclavitud comunista y el don precioso de la paz. También la Iglesia, que aquí vive y sufre, ha debido llevar la Cruz de la persecución y de la traición por parte de algunos hijos suyos. Pero Yo he intervenido en su defensa y protección, porque ha sido consagrada a mi Corazón Inmaculado. -En el Templo Espiritual de mi Corazón Inmaculado deben entrar ahora la Iglesia y toda la humanidad. -En este Templo Espiritual Yo conduzco a la Iglesia a la perfecta glorificación de la Santísima Trinidad. En ella el Padre Celestial se refleja complacido; en ella Jesús quiere revivir para dar al Padre pleno asentimiento a su Voluntad; en ella el Espíritu Santo se derrama, para reflejaros todo su divino esplendor. Por esto purifico a la Iglesia y la conduzco por la vía del Calvario, donde dará una vez más su pleno testimonio a mi Hijo Jesús. -A este Templo Espiritual Yo llevo a toda la humanidad tan alejada de Dios, ahora incapaz de amar, seducida por los errores y esclavizada por el mal, por las pasiones desordenadas y el pecado. Sobre ella Satanás ha construido ya su dominio. En el Templo espiritual de mi Corazón Inmaculado preparo el completo retomo de la humanidad al Señor por el camino de la conversión y de la penitencia, del cambio de corazón y de vida. -En este Templo Espiritual Yo hago de todos los pueblos una sola familia. Así preparo los tiempos nuevos de una universal pacificación de los pueblos, disponiéndolos a recibir al Señor Jesús, que está ya volviendo en el esplendor de su gloria divina. Prepararos a recibirlo. Por esto invito a todas las naciones de la tierra a abrir las puertas a Jesucristo que viene. -En este Templo Espiritual llevo entre mis brazos a todos mis pequeños niños, que se han confiado completamente a Mí, con su acto de consagración a mi Corazón Inmaculado. Ellos experimentan la seguridad de ser llevados entre los brazos de la Madre y la Madre experimenta el gozo de verse amada y glorificada por estos hijos suyos. Ha llegado la hora del triunfo mío y vuestro. Por esto os invito a todos a acudir con presteza al seguro refuio, que la Madre Celestial ha preparado para vosotros, en los últimos tiempos de la gran tribulación. Aquí, entre mis brazos, seréis consolados. Como una madre acaricia a su hijo, seréis acariciados por Mí. Porque en el Templo espiritual de mi Corazón Inmaculado os he preparado ya el altar, sobre el cual, también vosotros seréis inmolados por la salvación del mundo».