Mensaje del 19 de enero de 1996 en Milán
Vigilia de mi viaje a trece naciones de América Latina
Obra de Amor y de Misericordia.
«Hijo mío amadísimo, te encuentras otra vez en la vigilia de un largo, pesado y fatigoso viaje, que te pido que hagas a trece naciones de América Latina, para llevar al seguro refugio de mi Corazón Inmaculado a un gran número de hijos míos. No temas, porque Yo estoy siempre contigo. Te conduzco en cada paso de este camino tuyo y te llevo entre mis brazos, donde experimentarás el consuelo y el reposo que la Madre Celestial te ha preparado. Tengo prisa y debo completar lo más pronto posible mi gran Obra de amor y misericordia. -Es mi gran Obra de amor, porque, por medio de ella, ofrezco a todos la ayuda que vuestra Madre Celestial os da, para superar los indecibles sufrimientos de estos últimos tiempos. La ayuda que os ofrezco, con mi Movimiento Sacerdotal Mariano, es mi Corazón Inmaculado. Mi Corazón Inmaculado es el jardín precioso que encierra todo el amor que vuestra Madre Celestial tiene hacia sus hijos. En mi Corazón Inmaculado debéis entrar todos, para que podáis sentir la fuerza y la ternura de mi amor materno. Vosotros entráis en el seguro refugio, que vuestra Madre Celestial ha construido para vosotros en las horas dolorosas de la gran tribulación, con vuestra consagración a mi Corazón Inmaculado. A través de la voz de este pequeño hijo mío, que todavía conduzco a lugares tan lejanos, invito a todos los Obispos, a los Sacerdotes y a los fieles a consagrarse a mi Corazón Inmaculado. Así hacéis cuanto Yo os he pedido en Fátima, para la salvación de esta pobre humanidad, que yace postrada bajo el peso de su obstinado rechazo de Dios y vive bajo la tenebrosa esclavitud de Satanás, que ha puesto en ella el vértice de su poder. ¿Cómo podéis poneros a salvo, en las horas dolorosas de la gran prueba, que ya ha llegado para la Iglesia y para la humanidad? ¿Dónde podéis encontrar refugio, en la tremenda tempestad que sacude cielo y tierra, a causa del odio que desborda, de la violencia que estalla, del mal que se realiza, del pecado que es exaltado, de la impureza que sumerge todo el mundo? Todos sois llamados a encontrar ayuda y protección en el jardín celestial de mi amor materno. Por esto aparecerá cada vez más claro para la Iglesia y para la humanidad, que mi Corazón Inmaculado es el seguro refugio, que la Santísima Trinidad ha preparado para vuestra salvación, en la hora en que la Justicia se manifestará en toda su potencia divina. -Es mi gran Obra de misericordia, porque el amor misericordioso de Jesús quiere manifestarse a vosotros, a través del camino materno de mi Corazón Inmaculado. Me ha sido confiada por Jesús la misión de ir a la búsqueda de mis hijos descarriados, de conducir por el camino del bien a los pecadores, de hacer retomar al Señor a los alejados, de curar a los enfermos, de dar confianza a los desesperados, de aliviar a los oprimidos, de salvar a los perdidos. Yo soy la Madre del Amor y de la Misericordia. En el momento en que el mundo será liberado del Maligno y la tierra será purificada por la prueba dolorosa que, de tantas maneras, os ha sido ya predicha, mi Corazón Inmaculado será el lugar donde todos verán realizarse el mayor prodigio de la Divina Misericordia. Asi el Espíritu Santo derramará sobre el mundo su segundo Pentecostés de gracia y de fuego, para preparar a la Iglesia y a la humanidad al retorno de Jesús en el esplendor de su gloria Divina, para hacer nuevas todas las cosas. Entonces, comprende pequeño hijo, el gran designio que tengo sobre ti. Continua, con confianza y alegría, tu fatigoso camino y secunda, en todo momento, mi gran Obra de amor y de misericordia. Aunque ahora experimentas más el peso y la fatiga del viaje, verás como nunca, el triunfo de tu Madre Celestial, que está siempre a tu lado y te conduce en todos tus pasos. Descenderán gracias extraordinarias sobre mis hijos que participarán en los Cenáculos y todos tendrán signos particulares de mi amor y de mi presencia materna. Mis Angeles de Luz te llevan en todo momento y te defienden de todas las solapadas insidias que te tiende mi Adversario. Y contemplarás por todas partes, con emoción y alegría, el triunfo de mi Corazón Inmaculado, en el corazón y en la vida de mis pequeños hijos que me responden sí y son llamados por Mí a formar parte de esta mi gran Obra de amor y de Misericordia».