Mensaje del 15 de septiembre de 1996 en Debrecen (Hungría)
Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores
Participad en mi dolor.
«Participad en mi dolor, hijos predilectos. Una espada continúa traspasando el alma de vuestra Madre Celestial. A los niños, a los que me aparecí en Fátima, les quise mostrar mi Corazón Inmaculado circundado de una corona de espinas, para hacerles comprender qué numerosas y dolorosas son las heridas que hacen sangrar mi Corazón de Madre. -Participad en mi dolor, vosotros que, con vuestro acto de consagración, estáis llamados a entrar cada vez más en el refugio de mi Corazón Inmaculado. -Participad en mi dolor, por la gran difusión del materialismo y del hedonismo, en estas Naciones, que han vivido por decenas de años bajo la dolorosa esclavitud del comunismo ateo. Mi Corazón Inmaculado ha obtenido la gran gracia de su liberación. Pero las fuerzas diabólicas y masónicas se han desencadenado, haciendo entrar también en ellas los males que ahora contaminan a todo el mundo, cómo el materialismo, la exasperada búsqueda del placer y del dinero, la diversión irregular y obscena, la pornografía y la prostitución. Y así estos pobres hijos míos están todavía más amenazados y corren un mayor peligro de perderse. -Participad en mi dolor, por la difusión de un anticlericalismo astuto e insidioso. Aquí la Iglesia, durante años, ha sido perseguida, aprisionada, crucificada y llevada al martirio. Quiero recordar entre todos a mi hijo predilecto el Cardenal José Mindszenty, que ha sido el símbolo y la víctima preciosa de esta cruenta persecución. Ahora la Iglesia aparentemente es libre; pero todavía es obstaculizada en su misión, por el desbordamiento del ateísmo práctico, de las sectas, de la indiferencia y del nihilismo entre los jóvenes, por lo cual muchos de ellos rehuyen la religión y de esta manera son muy escasas las nuevas vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal. -Participad en mi dolor, porque aquí domina, con su poder oculto, la masonería, que lleva a la disolución de las costumbres, a la pérdida del sentido moral, a la exaltación de la libertad sexual, a la destrucción de la familia con los divorcios, al control de los nacimientos y de los abortos que son cada vez más difundidos y legitimados. Entonces comprended como la caída del comunismo, que aquí ocurrió en 1989, por una intervención especial de mi Corazón Inmaculado, es solo signo y anticipación de una completa y mayor victoria Mía. Esta victoria llegará con la caída del ateísmo práctico en todo el mundo, con la derrota de las fuerzas masónicas y satánicas, con la destrucción del gran poder del mal y con el pleno triunfo de Dios en un mundo entonces ya completamente purificado por el gran castigo misericordioso. Por esto os invito al filial abandono, a la confianza y a una gran esperanza. Mi Corazón Inmaculado es vuestro refugio seguro, en el que sois consolados y defendidos por Mí, protegidos y preparados para vivir las horas suspiradas y esperadas del triunfo de la Divina Misericordia en el mundo».