Mensaje del 29 de septiembre de 1995 en Rio de Janeiro (Brasil)
Fiesta de los Arcángeles Gabriel, Rafael y Miguel.
Los tiempos serán abreviados
. «Mi designio se está cumpliendo ya en todas partes. Mi pequeño hijo, Observa como se realiza el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo. Todo cuanto aquí sucede es un signo para ti. Por decenas de millares mis hijos me están respondiendo, con un amor y un entusiasmo tan grande, que conmueve mi Corazón de Madre. Por la respuesta que por doquier recibo de estos mis pequeños niños, Yo intervengo para abreviar los tiempos de la gran prueba tan dolorosa para vosotros. -Los tiempos serán abreviados, porque soy la Madre de la Misericordia y cada día ofrezco sobre el trono de la divina Justicia mi oración, unida a la de los hijos que me responden con un sí y se consagran a mi Corazón Inmaculado. Uno los dolores de mi Corazón a todos los sufrimientos de los buenos, que llevan con paciencia la cruz de estos tiempos de la gran tribulación. Los dolores de los pobres y de los frustrados, de los pequeños y de los marginados, de los pecadores y de los alejados, de los enfermos y de los desesperados, de los abandonados y de los oprimidos, son recogidos en el jardín de mi sufrimiento materno y son ofrecidos a la divina Justicia en señal de reparación y de perenne intercesión. -Los tiempos serán abreviados, porque soy vuestra Madre y quiero ayudaros, con mi presencia, a llevar la cruz de los dolorosos acontecimientos que estáis viviendo. Cuantas veces he intervenido ya, para retrasar cada vez más el tiempo del inicio de la gran prueba, para la purificación de esta pobre humanidad, ahora poseída y dominada por el espíritu del Mal. -Los tiempos serán abreviados, porque la gran batalla que se combate entre Dios y su Adversario es sobretodo a nivel de Espíritus y se libra por encima de vosotros. Esta terrible batalla se desarrolla entre los Espíritus Celestes y los espíritus infernales, entre los Angeles del Señor y los demonios, entre las Potencias del cielo y las potencias del infierno. En esta gran lucha, una misión particular se ha encomendado al Arcángel San Gabriel, que os reviste de la misma fortaleza de Dios; al Arcángel San Rafael, que vierte bálsamo de curación sobre todas vuestras heridas; al Arcángel San Miguel, que conduce a todos las milicias Angélicas a la completa victoria sobre los ejércitos infernales. Por esto os confío a la potente protección de estos Arcángeles y de vuestros Ángeles Custodios, a fin de que seáis guiados y defendidos en la lucha que ahora se libra entre el Cielo y la tierra, entre el Paraíso y el infierno, entre San Miguel Arcángel y el mismo Lucifer, que aparecerá pronto con toda la potencia del Anticristo. Así sois preparados para el gran prodigio que se cumplirá cuando, con el triunfo de mi Corazón Inmaculado, descenderá sobre el mundo la rociada celeste de la divina Misericordia».