Mensaje del 28 de junio de 1995 en Valdragone (Rep. de San Marino)
Ejercicios espirituales, en forma de Cenáculo, con 20 Obispos y 300
Sacerdotes del M.S.M. de Europa, América, África, Asia y Oceanía
Para la salvación del mundo.
«En estos días mi Corazón Inmaculado es consolado y glorificado por vosotros, Obispos y Sacerdotes de mi Movimiento que, nunca como este año, habéis venido en tan gran número de todas partes del mundo, para vivir Conmigo una semana de continuo Cenáculo, unidos en la oración y en la fraternidad. Yo me uno a vuestra oración. En estos tiempos vuestros, la oración de mis Sacerdotes me es necesaria,para la salvación del mundo. Yo construyo entre vosotros una fraternidad mayor y más profunda. Como Madre os llamo para que os encontréis, os ayudo a conoceros, os impulso a amaros. Mi Corazón se regocija al veros crecer en vuestro amor mutuo, para llegar a ser así, cada vez más, un solo corazón y una sola alma. Entonces Yo puedo realizar sobre cada uno de vosotros el designio del triunfo de mi Corazón Inmaculado para la salvación del mundo. -Para la salvación del mundo, Yo os hago instrumentos preciosos de la divina Misericordia. Ved en que abismo de miseria y desesperación ha caído esta humanidad, que se ha alejado completamente de Dios. Ahora por sí sola ya no puede ser levantada, si una gran misericordia no la conduce a la salvación. Que el Señor misericordioso pueda actuar a través de vosotros, Obispos y Sacerdotes, que sois los hijos de mi materna predilección. Ved con mis ojos matemos todos los dolores, los pecados, las rebeliones, las perversiones de esta humanidad, que lleva el peso de la gran tribulación que estáis viviendo. Y derramad también con vuestros ojos lágrimas de dolor y de profunda compasión. Ayudad a todos con mis manos a volver al camino de la penitencia y de la conversión: Llevad en vuestros brazos a los pequeños, a los pobres, a los débiles; dad valor y fuerza a los jóvenes; estimulad a la reconciliación a las familias divididas; confortad al que sufre; que nadie sea olvidado o abandonado por vosotros. Caminad con los pies de vuestra Madre Celestial para buscar a los más alejados; para ayudar a los marginados y a los abandonados; para dar esperanza a los desesperados y a los oprimidos; para derramar bálsamo sobre las profundas heridas de los golpeados; para recoger la sangre derramada por las innumerables víctimas del odio, de la violencia fratricida y de las guerras. Amad a todos con el latido de mi Corazón Inmaculado y enonces llegaréis a ser los instrumentos del triunfo de la divina Misericordia y del triunfo de mi Corazón materno. -Para la salvación del mundo, Yo quiero hacer de vosotros el corazón nuevo de la nueva Iglesia, que será consolada por vosotros, en estos días en los que ella vive la hora de su agonía y es cada vez más abandonada, traicionada, flagelada y crucificada por tantos de sus hijos. Sed en la Iglesia mi presencia apasionada y fiel. Amad con mi Corazón a vuestra Santa Madre Iglesia, que sufre y lleva sobre sus hombros una cruz tan grande y pesada. Sed un fuerte apoyo para el Papa, que vive la hora de su inmolación; sostened a vuestros Obispos con la oración y con vuestra docilidad; dad toda vuestra ayuda a vuestros hermanos Sacerdotes, que sucumben bajo el peso de grandes dificultades y de las astutas insidias de mi Adversario. No juzguéis a nadie. Amad a todos con la ternura de mi Corazón de Madre y entonces formaréis el corazón nuevo de la nueva Iglesia, que nacerá con el triunfo de mi Corazón Inmaculado. ¡Si vieseis el esplendor de santidad y la plenitud de unidad de la Iglesia, después de este período de gran tribulación, también vosotros, Conmigo, os estremeceríais de gozo! Porque entonces todas las naciones caminarán hacia Ella, que volverá a ser luz de verdad y de gracia, de unidad y de santidad, para la salvación del mundo. Hijos predilectos, en estos días Yo he concedido grandes gracias a cada uno de vosotros. Verdaderamente os he obtenido en abundancia los dones del Espíritu Santo, que ha obrado en vosotros la transformación del corazón y de la vida. Dentro de poco comprenderéis lo importantes que han sido estos días para vosotros. Por ahora os doy la gracia de vivir en el Corazón de la Santísima Trinidad donde vuestra Madre Celestial tiene su habitual morada. -Para la salvación del mundo sed, en todas partes, los ministros fieles del Amor misericordioso de Jesús, y dejaos conducir siempre por Mí que soy la Madre de la Misericordia, porque sólo con el triunfo de la divina Misericordia se puede realizar en el mundo el triunfo de mi Corazón Inmaculado. Salid de este Cenáculo en la alegría y en la paz e id a llevar a todas partes el consuelo de mi presencia materna entre vosotros. Con vuestros seres queridos, con aquellos que han sido confiados a vuestro ministerio, os bendigo a todos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».