Mensaje del 22 de marzo de 1995 en Madrid (España)
Ejercicios Espirituales, en forma de Cenáculo,
con Sacerdotes del M.S.M. de España y Gibraltar
Yo soy consolada por vosotros.
«Mi Corazón dolorido es consolado por vosotros en estos días de continuo Cenáculo, hijos predilectos de mi Movimiento, que habéis venido de tantas partes de España, esta tierra tan insidiada por mi Adversario, pero tan amada y protegida por vuestra Madre Celeste. Vosotros derramáis bálsamo sobre mis heridas y cerráis las llagas de mi profundo dolor. Yo soy consolada por vosotros. -Soy consolada por vosotros, por vuestra continua oración, hecha con recogimiento y con amor, y que vosotros ofrecéis al Señor Conmigo y por medio de Mí. Dais a vuestra Madre Celeste una gran fuerza de intercesión y de reparación y así puedo intervenir para ordenar los acontecimientos de vuestro tiempo, según el designio de misericordia y de salvación de mi Corazón Inmaculado. Qué grande es mi dolor al ver que, por tantos de mis hijos predilectos, la oración se descuida cada vez más. Ya no se reza. Una acción desordenada y dispersante ocupa la jomada de tantos Sacerdotes que están sumergidos en el espíritu del mundo y se hacen sal insípida y luz ya extinguida. -Soy consolada por vosotros, por vuestro empeño en caminar por la senda de la santidad. ;Qué necesaria es hoy la santidad del Sacerdote para la salvación del mundo! En un mundo poseído por el Maligno, en una Iglesia oscurecida por el secularismo y el permisivismo moral, es necesario que los Sacerdotes sean santos, para indicar a todos el camino seguro que lleva a la salvación y a la paz. Combatid el pecado como vuestro mayor mal; estad siempre disponibles para el Sacramento de la Reconciliación, que hoy está tan descuidado; dad la Gracia de Dios a las almas oscurecidas por el mal; caminad con alegría por la senda florida de todas las virtudes y así alcanzaréis la santidad. Por esto, os pido que os consagréis a mi Corazón Inmaculado: porque deseo comunicar también a vosotros, mis pequeños hijos, la misma santidad de vuestra Madre Celeste. -Soy consolada por vosotros por vuestro particular empeño de fidelidad y de unidad. En ésta vuestra Nación, qué vasta y peligrosa es la contestación al Papa y la oposición a su Magisterio. Por esto se discuten y se niegan verdades fundamentales de la fe católica, los errores son enseñados y seguidos, la pérdida de la fe se difunde y por todas partes se propaga la gran apostasía de Jesús y de su Evangelio. Sed, vosotros, fuertes testimonios de unión con el Papa y de fidelidad al Evangelio, del que sois los ministros. No miréis el mal ejemplo que en esto os pueden dar superiores y hermanos en el sacerdocio; mirad sólo el profundo dolor y la sangrienta herida que causa al Corazón de vuestra Madre Celeste esta progresiva apostasía, que cada vez se difunde más en la Iglesia. Y derramad el bálsamo de vuestra fidelidad y de vuestra unidad sobre las heridas abiertas y sangrantes de mi Corazón Inmaculado. -Soy consolada por vosotros porque seguís la senda que, en estos años, os he trazado, con los mensajes que he dado al corazón de éste mi pequeño hijo. Estad siempre muy unidos a él; acoged la palabra que os doy por medio suyo. No os dejéis distraer, ni atraer por otros caminos, porque hoy son muchos los que difunden falsos mensajes y falsas visiones. De este modo contribuís a una mayor difusión de mi Obra del Movimiento Sacerdotal Mariano en toda vuestra Patria. Y os convertís en los instrumentos preciosos de mi materna acción de salvación y de misericordia para todos mis pobres hijos descarriados y sobre todo en esto Yo soy consolada por vosotros. Con vuestros seres queridos, con aquellos que han sido confiados a vuestro ministerio sacerdotal, os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».