Mensaje del 16 de abril de 1995 en Capoliveri (Livomo)
Pascua de Resurrección
El triunfo de la Divina Misericordia.
«Hijos predilectos, alegraos Conmigo, Madre dolorosa de la Pasión y Madre consolada y gozosa de la Resurrección. Que vuestra alegría se una a la de todas las milicias Angélicas, que se inclinan para adorar a mi Hijo Jesús, mientras se presenta a ellos en el fulgurante esplendor de su divinidad. Que se una a la alegría de todo el Paraíso, que acoge al Hijo de Dios resucitado y sentado a la derecha del Padre y a la de los justos que en el seno de Abraham saludan el momento de su liberación. 1086Hoy toda la creación es sacudida por nuevos estremecimientos de vida. Toda la humanidad exulta de grandísimo gozo, porque en Jesús crucificado, muerto y resucitado contempla el triunfo de la divina misericordia. -E l triunfo de la divina misericordia se realiza plenamente con el pago a la divina Justicia, de la deuda contraída a causa del pecado cometido por los primeros padres y que ha llevado a la condena a toda su progenie. Hoy, en Cristo que resucita, se realiza de nuevo este admirable retomo de toda la humanidad a los brazos de su Padre Celeste. Jesús se ha ofrecido como víctima de expiación, para que el amor misericordioso del Padre, pueda acoger, en su comunión de vida a esta humanidad ya redimida y salvada. -E l triunfo de la divina misericordia se realiza plenamente en la victoria del bien sobre mal, de la gracia sobre el pecado, del amor sobre el odio, de la vida sobre la muerte. Cristo que sale victorioso del sepulcro traza un camino de luz a toda la humanidad, para que pueda así responder al gran don que de Él ha recibido. Es el camino del amor. Ahora el amor está llamado a vencer sobre el egoísmo y sobre el odio, sobre la violencia y sobre la guerra, sobre la incomprensión y sobre todas las divisiones. -E l triunfo de la divina misericordia se realiza plenamente sobre Satanás y sobre todos los espíritus malignos, porque este día sella el momento de su mayor derrota. Satanás todavía puede actuar para conducir a la ruina y a la perdición a esta frágil humanidad, aunque haya sido redimida. Pero al fin el triunfo será todo de Dios, porque Cristo es el único Salvador y vuestro Redentor. En estos últimos tiempos la lucha entre el bien y el mal, entre la Gracia y el pecado, entre Dios y Satanás alcanza el vértice de su potencia. Parece que, en vuestros días, Satanás haya obtenido su victoria, como ocurrió durante el sábado en el cual Jesús yacía exánime en el sepulcro. Pero está próximo el momento en que Cristo resucitado se manifestará en todo su poder, el mal será destruido, Satanás será derrotado para siempre y entonces aparecerá, en todo su esplendor, el triunfo de la divina misericordia sobre el mundo».