Mensaje del 14 de septiembre de 1995 en Milán
Exaltación de la Santa Cruz y vigilia de mi viaje por todo el Brasil
Jesús Crucificado es vuestra salvación.
«Estás ahora en la vigilia de un largo y fatigoso viaje, para celebrar los Cenáculos de mi Movimiento en casi sesenta diócesis de todo Brasil, esta tierra fuertemente insidiada por mi Adversario pero particularmente amada y protegida por vuestra Madre Celeste. Ofréceme tu oración y tu sufrimiento; tu trabajo y tu fatiga; tu pequeñez y tu pobreza; tu confianza y tu filial abandono. Esta vez sentirás más el peso de la Cruz que el Padre Celeste te ha preparado, pero también verás, de una manera mayor, el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el corazón y en las almas de tantos hijos míos. Empiezas tu viaje en la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. La Cruz de Jesús es el signo de mi segura victoria. Es sólo Jesús Crucificado quien hoy debe ser predicado y exaltado por vosotros en todas partes del mundo. Jesús Crucificado es vuestro Redentor y Salvador. Jesús Crucificado es vuestro Dios, alzado en el patíbulo para vuestra salvación. Jesús Crucificado, sobre todo en vuestros tiempos, es estulticia para los sabios y escándalo para los doctos y soberbios, pero solamente en Él está depositada vuestra salvación. -Jesús Crucificado es la salvación para esta humanidad que se ha alejado tanto de Dios, ha construido una civilización sin Él y se ha dado una ley moral opuesta a la Ley santa del Señor. Por eso la humanidad lleva el peso de inmensos sufrimientos y camina hacia la tiniebla profunda del odio y de la división, de la violencia y de las guerras. Jesús se ha inmolado sobre la Cruz para su salvación. Es necesario que la Cruz de Cristo sea plantada dentro del corazón de esta humanidad, para que pueda así encontrar de nuevo el camino de su conversión y de su retomo al Señor. Entonces la rociada de la divina Misericordia descenderá para renovar el desierto, en el que se encuentra, y florecerá el nuevo jardín de la plena reconciliación de toda la humanidad con su Señor que la ha creado, redimido y salvado. -Jesús Crucificado es la salvación para la Iglesia, su Cuerpo Místico, que vive ahora los mismos acontecimientos de su pasión y de su inmolación. Es en su Iglesia donde Jesús renueva el Sacrificio de la Redención, comunica el don de su Gracia y con su perdón, toma todo el pecado y el mal del mundo. Es en su Iglesia crucificada donde Jesús se hace salvación para la humanidad de estos últimos tiempos de la purificación y de la gran tribulación. Por esto seréis llamados a sufrir cada vez más, a subir con Jesús al Calvario de vuestra inmolación sacerdotal, por la vida del mundo. -Jesús Crucificado es la salvación para todos vosotros, hijos míos, expuestos a tan grandes peligros de perderos. Su Sacrificio que se renueva continuamente, desde la salida del sol hasta su ocaso, da siempre al Padre una justa reparación, hace descender por doquier la rociada de su divina Gracia, comunica con su Espíritu el fuego del amor, renueva los corazones y las almas de todos. Jesús Crucificado, es, sobre todo en estos últimos tiempos, signo de esperanza y de segura victoria. Su Cruz luminosa, que se extenderá en el cielo de oriente a occidente, indicará a todos vosotros el retomo de Jesús en gloria. Por esto hoy os invito a mirar la Cruz, donde Jesús fue elevado, para atraer a Sí a todas las gentes. Mi pequeño hijo, ve sin miedo en este tu nuevo viaje. Los Angeles de luz de mi Corazón Inmaculado, a mis órdenes, dispondrán para ti todas las cosas. Tu camina todavía por todos los caminos del mundo, para llevar a todos el anuncio del triunfo de mi Corazón Inmaculado». M