Mensaje del 11 de febrero de 1995 en San Marcos (Udine)
Aniversario de la Aparición de Lourdes
Lavaos en la fuente.
«Contemplad hoy el esplendor de santidad y de pureza de vuestra Madre Celeste, que se apareció en Lourdes como la Inmaculada Concepción. Y acudid todos con presteza, hijos míos enfermos y pecadores, a la fuente de la Gracia y de la divina Misericordia. Lavaos en la fuente. Lavaos en la fuente de agua viva brotada del Corazón de Jesús, atravesado por la lanza del soldado romano. Por esto, por medio de las manos de la pequeña Bernadette, hice brotar de la roca una fuente de agua purísima. Por esto, os he pedido que vayáis a lavaros a la fuente. Lavaos en la fuente. Tiene necesidad de ser lavado quien se ha ensuciado. Es el pecado quien oscurece la belleza de vuestra alma; es el pecado quien os priva de la Gracia Santificante y os separa de la comunión de vida con el Señor vuestro Dios; es el pecado quien os hace retomar bajo la esclavitud de Satanás, que ejercita así sobre vosotros su dominio maligno; es el pecado quien os conduce por el camino de vuestra eterna perdición. Lavaos en la fuente. Sumergios en la fuente de la divina Misericordia. Esta fuente, brotada del Corazón traspasado de Jesús, se os da por el Sacramento de la Reconciliación. Jesús lo instituyó como fruto precioso de su Redención y para venir al encuentro de vuestra extrema debilidad. En el día de su resurrección, dijo a los Apóstoles: “Recibid el Espíritu Santo: A quién perdonéis los pecados, le serán perdonados”. Desde aquel momento se os dio la posibilidad de lavaros, cada vez que vuestras almas son ensuciadas por el pecado. Lavaos en la fuente. En estos años el sacramento de la Reconciliación es cada vez más abandonado; más bien es atacado de manera solapada y perversa. De este modo se difunde la mala costumbre de cometer el pecado con ligereza, de justificarlo, de no arrepentirse por haberlo cometido y de no confesarlo más. En muchas partes de la Iglesia la Confesión sacramental ha desaparecido por completo. Son cada vez más escasos los Sacerdotes que están disponibles para este Sacramento indispensable. De esta manera la Iglesia se paraliza completamente en su acción apostólica, es herida y recubierta de llagas profundas como una leprosa. Lavaos en la fuente. Hoy os manifiesto la ardiente y apasionada petición de vuestra Madre Celeste de que, en estos últimos tiempos de la gran tribulación, el sacramento de la Reconciliación en mi Iglesia vuelva en todo su esplendor. Porque es sólo desde esta fuente que la divina Misericordia se puede derramar sobre toda la humanidad. Es en este Sacramento donde Jesús puede formar el corazón nuevo y la vida renovada. Es sólo con este precioso Sacramento que el amor misericordioso de Jesús se puede comunicar a la Iglesia y a toda la humanidad. Por esto hoy os invito a dejaros sumergir en la fuente de la divina Misericordia y a dirigir la mirada a Mí, vuestra Madre Celeste, que he sido concebida Inmaculada, justamente para ser para vosotros Madre de la Misericordia».