Mensaje del 1 de enero de 1995 en Milán
Fiesta de la Maternidad Divina de María
Madre de la Misericordia.
«Hijos predilectos, comenzad este nuevo año celebrando la solemnidad litúrgica de mi divina maternidad. Soy verdadera Madre de Dios, porque Jesús, que nace de Mí y es depositado en el pesebre, es verdadero Hijo de Dios. Es el Verbo eterno, consubstancial al Padre y asume la naturaleza humana en mi seno virginal. Es el don de amor del Padre: “Dios ha amado tanto al mundo que le ha dado a su Hijo Unigénito.” Es la manifestación de su divina misericordia. Jesús nace de Mí para ser vuestro redentor y liberar a la humanidad de la esclavitud de Satanás y reconducirla a una plena comunión de vida y de amor con Dios. -Soy Madre de la Misericordia Mi misión materna ha sido la de daros a Jesús, que es la revelación del amor misericordioso del Padre. Así la divina misericordia, para llegar a vosotros, ha pasado a través de la vía de mi divina e inmaculada maternidad. Pero también soy Madre vuestra. Bajo la Cruz, por voluntad de mi hijo Jesús, he llegado a ser verdadera Madre de toda la humanidad redimida y salvada por El. Así la divina misericordia de Jesús,para llegar a vosotros, debe pasar a través de la vía materna de mi Corazón Inmaculado. Por esto el triunfo de mi Corazón Inmaculado coincide con el triunfo de la Divina Misericordia en el mundo. -Soy Madre de la Misericordia Me ha sido confiada la misión de preparar a la humanidad a recibir la celeste rociada de la divina Misericordia. Habéis entrado ya en los últimos años, que os preparan a este nuevo y segundo adviento. Son los años más importantes y difíciles, más dolorosos y sangrientos, porque deben cumplirse los últimos acontecimientos, que os han sido predichos por Mí. Así mi materna obra de misericordia, en estos años, se manifiesta: Conduciéndoos por el camino de la conversión y del retorno al Señor. Deseo daros la gracia del cambio del corazón y de la vida. Os ayudo a liberaros del pecado, a combatir las pasiones, a vencer el mal y os conduzco a la plena reconciliación con el Señor vuestro Dios. Es necesario que llegue pronto esta general reconciliación, para prepararos así a la gran prueba que os espera, para la completa purificación de toda la humanidad. Llevándoos a una fuerte experiencia de oración. Por esto os pido que multipliquéis y que difundáis por todas partes los Cenáculos que Yo os he pedido: Entre los Sacerdotes, los niños, los jóvenes y las familias. Mi corazón Inmaculado debe ahora convertirse en el nuevo y espiritual Cenáculo, en el que todos debéis recogeros, para obtener el don del segundo Pentecostés. La purificación del mundo se realizará por obra del Espíritu de Amor que derramará desde el cielo su fuego abrasador para renovar la faz de la tierra. Ayudándoos a vivir la hora de la gran prueba. Os esperan sufrimientos jamás conocidos hasta ahora, porque se acerca el momento de una renovación universal. Satanás será derrotado; el poder del mal será destruido; Jesús instaurará su reino glorioso entre vosotros y se formarán así los nuevos cielos y la nueva tierra. Sin una intervención extraordinaria de mi amor materno, no seríais capaces de soportar el dolor de la gran prueba que ya está próxima para todos. -Soy Madre de la Misericordia Me ha sido confiada la misión materna de asistir a la Iglesia en la hora de su mayor sufrimiento, porque ella debe subir al Calvario de su inmolación y de su martirio. Esta mi acción misericordiosa se realizará ayudando a la Iglesia a llevar la Cruz de la traición y del abandono, cuando la apostasía se hará general y entrará en ella el hombre de iniquidad, predicho en la Divina Escritura, el cual traerá a su interior la abominación de la desolación. Mi acción misericordiosa se hará todavía más fuerte, cuando mis hijos serán perseguidos y encarcelados, atormentados y conducidos al martirio. Entonces Yo me manifestaré a ellos de manera extraordinaria, según un misterioso designio, que mi Corazón Inmaculado tiene ya desde hace tanto tiempo proyectado en todos sus detalles. -Soy Madre de la Misericordia Todos mis hijos, a partir de este año, verán cumplirse el prodigio de la Mujer vestida del Sol y Yo derramaré sobre el mundo la luz y la potencia misericordiosa de mi Corazón Inmaculado. Por esto al inicio del nuevo año, invito a todos a vivir en la confianza y en la oración. No tengáis miedo. Yo estoy con vosotros y me manifestaré de manera extraordinaria. Cuanto más entréis en el tiempo de la prueba purificadora, tanto más fuertemente sentiréis, mi misericordiosa presencia de Madre. Os bendigo a todos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».