Mensaje del 24 de diciembre de 1994 en Dongo (Italia)
Noche Santa
En el misterio de esta Noche.
«Vivid Conmigo, en la oración y en la espera, el misterio de esta Noche. Hijos predilectos, entrad en el jardín celestial de mi Corazón Inmaculado, para saborear toda la alegría y la inmensa bienaventuranza de este acontecimiento. “Cuando vino la plenitud de los tiempos” (Gal 4,4) El tiempo en su discurrir, está dispuesto para este momento. Desde el principio. Desde la eternidad, en la mente del Padre. Desde que el Señor creó el universo; desde que la tierra llegó a ser jardín privilegiado para el hombre, elevado a una especial comunión con Dios; desde que por la caída de los primeros padres, también la creación fue sometida a la caducidad y la tierra comenzó a producir cardos y espinas para el hombre, desde este momento, sometido a duras pruebas y a continuos dolores. “Pondré enemistad entre ti y la Mujer; entre tu descendencia y la suya. Ella te aplastará la cabeza”. Mi descendencia es el divino Niño que nace de Mí en esta Noche Santa. El es el vencedor de Satanás, porque es el Verbo encamado del Padre, el único Mediador entre Dios y la humanidad, el sólo Salvador y Redentor. Por medio de Él, se ha restablecido el designio del Padre como había sido al principio; el hombre vuelve a reflejar la gloria del Dios vivo y todo el universo es ordenado admirablemente a proclamar la perfecta gloria de su Señor. “Dios envió a su Hijo” (Gal 4,4). Esta Noche Santa responde a las profundas aspiraciones de cuantos han vivido en la esperanza y en la orante espera de este momento. Es la plenitud del tiempo, porque condensa la ardiente espera de toda la historia: de Adán, de Abraham, de los Patriarcas, y de los Profetas, de los Reyes y de los Sacerdotes, de los gzandes y de los pequeños. Por cuántos siglos estos justos de Israel vivieron invocando, esperando y aguardando este momento. “Dios envió a su Hijo”. Es el Verbo consubstancial al Padre; es la Imagen de su substancia; es el Esplendor de su gloria que, en esta noche, nace a su existencia humana. “Nacido de Mujer” (Gal 4,4). Y nace de Mí, su Madre Virgen. Vivid Conmigo el éxtasis de estas horas; entrad en mi Corazón Inmaculado para saborear toda la intensidad de este momento, en el que el tiempo alcanza su plenitud. Estáis en el corazón de la historia. Aquí podéis comprender todas las vicisitudes del pasado; aquí podéis dar sentido y significado a todos los acontecimientos del futuro. Esta noche se hace fuente de Luz para la humanidad de todos los tiempos. Porque el hijo que nace de Mí, en esta Noche Santa, es el Dios con vosotros, es el Enmanuel, es vuestro Redentor, es vuestro único Salvador. Entrad entonces con alegría en el misterio de esta Noche. Y abrid vuestros corazones a la plenitud de la felicidad que llega hasta vosotros con la plenitud de los tiempos: Os anuncio a vosotros una noticia que es de alegría para todos: hoy ha nacido para vosotros un Salvador que es Cristo Señor. En el misterio de esta Noche comprended también cómo la plenitud de los tiempos se cumple en el tiempo nuevo que os espera. Porque esta primera venida de Jesús en la fragilidad de su naturaleza humana está ordenada a su segunda venida, cuando aparecerá en el esplendor de su gloria divina. En esta primera Navidad su divinidad es oscurecida y escondida por su humanidad; en su segunda Navidad la humanidad será velada por el esplendor de su divinidad. Entrad por tanto en el misterio de esta Noche, para abrir vuestros corazones a la esperanza. Hoy os anuncio a vosotros una noticia, que es de gran alegría para todos. El Señor Jesús que en esta noche contempláis frágil y pequeño en el pesebre, llorando y necesitado de todo, está para retornar en el esplendor de su gloria divina. Este retorno suyo glorioso dará cumplimiento a la plenitud de los tiempos cuando comience el tiempo nuevo de los nuevos cieos y de la nueva tierra.»