Mensaje del 13 de octubre de 1994 en Effingham-Illinois (U.S.A.)
Ejercicios Espirituales en forma de Cenáculo con Obispos y
Sacerdotes del M.S.M. de U.SA. y Canadá
Mis tiempos han llegado.
«Hijos predilectos, es grande el gozo que vosotros dais en estos días a vuestra Madre Celestial. 1Habéis venido de muchas partes de los Estados Unidos y del Canadá, para vivir Conmigo en un Cenáculo continuo de oración y de fraternidad. Yo me uno a vuestra oración; os ayudo a crecer en el mutuo amor, para así llegar a ser un solo corazón y una sola alma. Vierto bálsamo sobre vuestras heridas, doy consuelo a vuestros numerosos sufrimientos y os animo a caminar, con confianza y con gran esperanza, por la vía dolorosa de estos últimos tiempos. Llevad a todos mi mensaje materno. Mis tiempos han llegado. Han llegado los tiempos predichos por Mí en Fátima. Hoy recordáis el aniversario de mi última aparición, confirmada con el milagro del sol. Entonces yo predije cuanto estáis viviendo en estos años de la purificación y de la gran tribulación. —Os he predicho el gran castigo, que va a azotar a esta pobre humanidad vuelta pagana, que ha construido una nueva civilización sin Dios y está amenazada por la violencia, por el odio, por la guerra y corre el peligro de destruirse con sus propias ma nos. Mis intervenciones extraordinarias, que he llevado a cabo para conducirla por el camino de la conversión y de su retomo al Señor, no han sido acogidas ni creídas. Así ahora os encontráis en la víspera de la gran prueba que yo os he predicho: será la suprema manifestación de la divina justicia y de la misericordia. Descenderá fuego del cielo y la humanided será purificada y completamente renovada, para estar así pronta a recibir al Señor Jesús que volverá a vosotros en gloria. —Os he predicho también la grave crisis que va a ocurrir en la Iglesia, a causa de la gran apostasía entrada en ella, por la di1fusión cada vez más amplia de los errores, por su división interior, por la oposición al Papa y por el rechazo de su Magisterio. Esta mi hija amadísima debe vivir las horas de su agonía y de su pasión dolorosa; será abandonada por muchos de sus hijos. El viento impetuoso de la persecución se abatirá sobre ella y será vertida mucha sangre, también por parte de mis hijos predilectos. Mis tiempos han llegado. Por esto os invito a seguirme por la vía de la oración y de la penitencia, de la pureza y de la santidad. Ved jcómo vuestras Naciones se han hecho víctimas del materialismo y de la exasperada búsqueda del placer! La ley de Dios es cada vez más violada; la impureza es propagada con todos los medios de comunicación social; se recurre a todo medio para impedir la vida; los abortos aumentan por doquier y son legitimados por leyes injustas e inmorales. Mis tiempos han llegado. Decid a todos que entren en el arca de mi Corazón Inmaculado, para ser protegidos y salvados por Mí. Os pido que multipliquéis vuestros Cenáculos de oración: entre los Sacerdotes, entre los niños, los jóvenes y especialmente en las familias. He quedado consolada por la repuesta tan grande que he tenido en Canadá y en los Estados Unidos durante estos Cenáculos, que jamás han visto una participación tan grande de Sacerdotes y de fieles. Por la generosa respuesta que recibo por doquier de mis hijos más pequeños, os prometo intervenir para salvaros en la hora de la gran prueba. Mi presencia materna entre vosotros es signo seguro de protección y de salvación. Abrid por tanto vuestros corazones a la esperanza y vivid en la mayor confianza y en el abandono a mi Corazón Inmaculado. Con vuestros seres queridos, con las personas confiadas a vosotros, os bendigo en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.»