Mensaje del 1 de mayo de 1994 en Roma
La hora del Calvario.
«Iniciad Conmigo este mes dedicado por la Iglesia a una especial veneración a Mí. Como niños pequeños ofreced cada día las flores del amor y de la oración a vuestra Madre Celestial. Os pido difundir cada vez más los Cenáculos que, tantas veces, os he solicitado. —El Rosario que recitáis, tiene una potencia fortísima contra el mal y contra las numerosas seducciones de mi Adversario. Al dominio de Satanás que se extiende, a la esclavitud del pecado que subyuga a tantos de mis hijos; al mal que pone su veneno en los corazones; a las insidias del maligno, que se han vuelto disimuladas y peligrosas; a la fuerza potente de la masonería que consigue insinuarse por doquier; al culto satánico que se difunde, responded con la oración del Santo Rosario. Ésta es mi oración y vuestra oración. —Renovad todos los días vuestra consagración a mi Corazón Inmaculado. Con este acto vosotros me dais la posibilidad de entrar, como Madre, en vuestra existencia y ordenarla a la perfecta actuación del designio que el Señor tiene sobre cada uno de vosotros. Así llegáis a ser mi misma presencia en el mundo y en estos últimos tiempos, difundís por doquier la luz de mi santidad, de mi pureza, de mi humildad, de mi obediencia, de mi docilidad, de mi amor materno y misericordioso. —Sobre todo os pido que me ofrezcáis la flor perfumada y preciosa de vuestro sufrimiento. Sobre el altar de mi Corazón Inmaculado, quiero ofrecer a todos mis hijos, en acto perenne de inmolación y de reparación. Sólo con el sufrimiento de mis pequeños hijos, puedo apresurar el tiempo del triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo. Precisamente en este mes Yo he pedido todavía un mayor sufrimiento también a mi Papa Juan Pablo II. La hora del Calvario ya ha llegado La hora del Calvario ha llegado para la Iglesia, llamada a ofrecerse en holocausto y a ser inmolada sobre El la Cruz de su sangriento martirio. La hora del Calvario ha llegado para esta pobre humanidad, que ya comienza a vivir la hora dolorosa de su castigo. La hora del Calvario ha llegado para vosotros, mis predilectos, porque ahora habéis entrado en el tiempo conslusivo de la gran tribulación. Como Madre, os conduzco cada día al cumplimiento de vuestra inmolación sacerdotal. Por esto os invito a vivir con especial intensidad este mes consagrado a Mí, ofreciéndome las flores perfumadas de vuestra oración y de vuestro sufrimiento. Abrid los corazones a la esperanza. Como el despuntar de las flores en este mes os dice que la primavera ya ha llegado, así el florecer por doquier de esta mi Obra de Amor, os dice que ya ha llegado el tiempo de mi triunfo materno.»