Mensaje del 8 de abril 1993 en Rubbio (Italia)Jueves Sanio
Un servicio de amor.
«Hijos predilectos, es vuestra fiesta; es vuestra Pascua. Hoy recordáis la institución del nuevo Sacrificio y del nuevo Sacerdocio, sucedida en el última Cena. Reunidos en torno a los Obispos en la concelebración, renováis vuestras promesas de fidelidad a Jesús y a la Iglesia. Vosotros sois sus ministros; vosotros sois sus servidores. Sea vuestro ministerio sacerdotal un servicio de amor. —Amad a Jesús que os ha elegido, llamado y consagrado para perpetuar en el tiempo su Sacrificio, cumplido sobre la Cruz para la salvación del mundo. Jesús pide a sus Sacerdotes, sólo el ser amado. Os lo pide con el ansia de un sediento, que espera gimiendo una gota de agua, con el deseo de un hambriento, que extiende la mano para recibir un trozo de pan; con el ardor de un enamorado que ansia recibir amor de la persona que ama. Mis hijos predilectos, abrid vuestro corazón sacerdotal al perfecto amor hacia mi hijo Jesús. Vuestro amor sobre su Corazón, es un bálsamo que endulza la amargura de sentirse tan poco amado, en estos tiempos en que el corazón de los hombres se ha vuelto gélido, frío, cerrado por el egoísmo y por una gran aridez. Nunca como hoy, el Amor no es amado. Vosotros sus Sacerdotes, amad a Jesús que está rodeado de gran frialdad y de una general indiferencia. Sea vuestro ministerio sacerdotal, un servicio de amor para Él Dejad una caricia sobre su rostro tantas veces desfigurado; vendad su cabeza traspasada por espinas profundas, besad sus labios para sentir la amargura de su cáliz; derramad bálsamo sobre su cuerpo cubierto de sudor y de sangre; reparad con vuestra presencia el repetirse de innumerables abandonos; dadle a Él la vida como amorosa compensación por las traiciones que continúan. Entrad con Jesús en Getsemaní y vivid con Él las horas dolorosas de su interior agonía. — Amad a los suyos y vuestros hermanos, con la delicadeza infinita de su amor divino. Aprended de Jesús que es manso y humilde de Corazón. Aprended de Jesús a amar. Ceñios también vosotros el delantal para poneros al servicio del prójimo. Sea vuestro ministerio sacerdotal un servicio de amor para todos. Dejad que en vosotros sea Jesús mismo el que ama. A los pobres dad su riqueza; a los ricos su pobreza; a los sanos su debilidad; a los enfermos su vigor; a los pecadores su salvación; a los moribundos su Paraíso; a los hambrientos su Cuerpo; a los sedientos su Sangre; a los débiles su sostén; a los pequeños su defensa; a todos su divina caricia. En este día del jueves santo, hijos predilectos, aprended de Jesús a amar. Por esto hoy os invito a entrar a todos en el Getsemaní de su divino amor para no salir de allí ya más.»