Mensaje del 24 de diciembre de 1993 en Dongo (Italia)
Noche Buena
Esta Noche Santa.
«Recogeos Conmigo én el silencio y la espera Olvidad toda otra preocupación y entrad en la quietud de la oración. Vivid Conmigo estos momentos preciosos que preceden al nacimiento de mi divino Niño. Es la noche del Amor y de la Luz. Es la noche de la Reconciliación y de la Paz. Es la Noche Santa. Participad en el gozo de vuestra Madre Celestial, que siente ya llegado el momento de su virginal maternidad. Para Mí es como lejano todo lo que me rodea: la fatiga del viaje para llegar hasta Belén; el rumor de la numerosa caravana; la afanosa búsqueda de un lugar donde pasar la noche; el doloroso estupor ante cada puerta que se cierra; la secreta confianza frente a una pobre Gruta que se abre. Como caricia me envuelve la delicada y afectuosa asistencia de mi castísimo esposo José. Es él quien busca volver más acogedor el sitio; es él quien prepara la cuna dentro de un pesebre más caliente; es él quien busca un amparo al rigor del frío; es él quien está a mi lado y se une a mi gran oración; es él quien ve abrirse el cielo; es él quien contempla admirado el prodigio y escucha el canto de los Ángeles y la Paz que desciende del cielo; es él quien abre la puerta a los pobres y a los pequeños y acoge los sencillos dones de los Pastores. Yo estoy absorta en profundo éxtasis: se me abre el rostro del Padre y contemplo el divino misterio de su Amor Misericordioso: el Verbo, que ha tomado forma de hombre en mi seno virginal, como Niño recién nacido, se hace presente entre mis brazos matemos y lo cubro de besos y lágrimas; el Espíritu Santo contempla complacido su fruto. Hijos predilectos, vivid Conmigo en este éxtasis profundo durante esta noche santa. Es el Amor que nace en un mundo consumido por el odio. Es la Luz que surge sobre el largo tiempo de profunda tiniebla. Es la esperada Reconciliación entre la humanidad perdida y su Señor que la ama y la redime. Es la Paz que desciende del cielo sobre todos los hombres de buena voluntad. Entrad Conmigo en el misterio de esta noche santa. Porque la gran prueba ya ha llegado para todos. La violencia y el fuego del odio llevan la muerte sobre el mundo. Una profunda tiniebla envuelve esta humanidad que ya no ve la luz. El pacto de la alianza es roto otra vez por los hombres, que se han vuelto abiertamente rebeldes a su Dios. Y las guerras, las rebeliones, las destrucciones llenan de lágrimas y sangre vuestro camino. Ha llegado para vosotros el tiempo de la gran prueba. Por esto, una vez más, os invito a dejaros llevar por Mí dentro del misterio de esta noche santa. Entonces, como José, daos prisa en abrir las almas y los corazones de los hombres para acoger a Jesús en su segunda venida y no os dejéis atrapar de vanas e inútiles preocupaciones, sino vigilad Conmigo en la oración y en la espera de su ya cercano retomo en gloria.