Mensaje del 2 de Octubre 1993 en Milán
Primer Sábado de mes y fiesta de los Angeles Custodios
La misión de los Ángeles Custodios.
«Hijos predilectos, en este primer sábado de mes, os reunís en Cenáculo para renovar la consagración a mi Corazón Inmaculado y para venerar la memoria litúrgica de vuestros Ángeles Custodios. En los tiempos de la gran prueba, os invito a volver cada vez más fuerte el lazo que os une a vuestros Ángeles Custodios. Ellos tienen, para vosotros, una misión importante y especial que desarrollar, sobre todo en estos últimos tiempos. Los Ángeles Custodios tienen sobre todo el encargo de ser Luz en vuestro camino. Los días que vivís están señalados por una gran oscuridad que se hace cada vez más profunda y extendida. Es la tiniebla de los errores que cubre las mente de los hombres y les vuelve así víctimas de la gran apostasía; es la tiniebla de los pecados que obscurece la belleza y santidad de las almas; es la tiniebla de la impureza que afea el esplendor de vuestro cuerpo, llamado a reflejar la gloria del Dios viviente. Así, cuántos son hoy mis pobres hijos que viven como sombras, sumergidos por las tinieblas del error, del pecado y de la impureza. A vuestros Ángeles Custodios se ha confiado el encargo de protegeros de la gran tiniebla que os circunda para haceros caminar siempre en la luz de la verdad, de la santidad, de la pureza, de la humildad, de la confianza y del amor. —Los Ángeles Custodios tienen el encargo de ser la defensa de vuestra vida. Qué numerosas y disimuladas son las insidias que cada día os tienden los espíritus malignos, los demonios que ahora han afluido al mundo y obran por doquier para conducir a las almas a la eterna condenación. Su acción ahora se ha vuelto potente porque se ha asociado a la fuerza que tienen los medios de comunicación como la prensa y la televisión. Con un refinamiento disimulado se difunde el mal en forma de bien, el pecado como ejercicio de la propia libertad, la trasgresión de la Ley de Dios como una conquista de esta pobre y pervertida humanidad. Qué fuertes y continuos son los ataques de los espíritus malignos, para golpearos aún en vuestra vida física con accidentes, desgracias, atentados, enfermedades, calamidades, explosiones de violencia, de guerra y revoluciones. A los Angeles Custodios se les ha confiado el encargo de protegeros de todos estos males, de defenderos contra estas insidias para haceros caminaren la vida bajo su segura y potente protección. —Los Ángeles Custodios tienen en fin el encargo de combatir con vosotros la misma batalla para obtener la misma victoria. En la gran prueba, que ya ha llegado, se vuelve cada vez más fuerte y sangrienta la gran lucha entre la Mujer vestida del Sol y el Dragón rojo, entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal, entre Cristo y el anticristo. Es una batalla que se desarrolla sobre todo a nivel de espíritus: los espíritus buenos contra los espíritus malignos; los Ángeles contra los demonios; San Miguel Arcángel contra Lucifer. Vosotros estáis implicados en esta gran lucha, que os supera inmensamente. Por tanto debéis permanecer especialmente unidos a Aquellos que están cercanos a vosotros en el gran combate, que tienen gran potencia en esta lucha, que os ayudan a combatir y os conducen hacia la segura victoria. Mi más pequeño niño, confía a la especial protección de tus Angeles Custodios el largo y fatigoso viaje que, dentro de algunos días, debes llevar a cabo en Malasia, Indonesia, Australia, Islas Fiji y Nueva Zelanda para hacer por doquier los Cenáculos con sacerdotes y fieles de mi movimiento. Hoy os invito a todos a volver más asidua la oración, más fuerte el vínculo de unión, más profundo el afecto hacia estos Ángeles de Luz, que os han sido dados por el Señor para vuestra custodia y protección. En unión con todos ellos os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.»