Mensaje del 7 de octubre de 1992 en Blumenfeld (Alemania)
Fiesta de Nuestra Señora del Rosario
El Ángel con la llave y la cadena.
“Hoy te encuentras aquí, en la sede de mi Movimiento en Alemania, para hacer un Cenáculo con los Sacerdotes y fieles consagrados a mi Corazón Inmaculado. Me veneráis como la Señora del Santo Rosario. El Rosario es mi oración; es la oración que he venido a pediros desde el cielo, porque es el arma que debéis usar en estos tiempos de la gran batalla y el signo de mi segura victoria. Mi victoria se hará efectiva cuando Satanás, con su potente ejército de todos los espíritus infernales, será encerrado en su reino de tinieblas y de muerte, de donde no podrá salir jamás para dañar al mundo. Para esto debe descender del cielo un Ángel al que se le ha dado la llave del Abismo y una cadena con la cual atará al gran dragón, a la serpiente antigua, Satanás, con todos sus secuaces. El Ángel es un Espíritu, que es enviado por Dios, para cumplir una misión particular. Yo soy la Reina de los Ángeles, porque entra en mi designio particular el ser enviada por el Señor a realizar la mayor y más importante misión de vencer a Satanás. De hecho, ya desde el principio, fui preanunciada como Aquélla que es enemiga de la serpiente. Aquélla que lucha contra la serpiente, Aquélla que al final le aplastará la cabeza. “Pondré enemistad entre ti y la Mujer, entre tu descendencia y la Suya. Ella te aplastará la cabeza, mientras tú intentarás morder su talón”. Mi descendencia es Cristo. En Él, que ha llevado a cabo la obra de la Redención y os ha liberado de la esclavitud de Satanás, se realiza mi completa victoria. Por esto, Me es confiada la llave, con la que es posible abrir o cerrar la puerta del Abismo. La Llave es el signo del poder que tiene quien es dueño y señor de un lugar, que le pertenece. En este sentido, el que posee la llave de todo lo creado es sólo el Verbo encamado, porque por medio de Él todo ha sido creado, y por esto Jesucristo es el Rey y Señor de todo el universo, esto es, del cielo, de la tierra, y del abismo. Sólo mi Hijo Jesús posee la llave del abismo, porque es Él mismo la Llave de David, que abre y nadie puede cerrar, que cierra y nadie puede abrir. Jesús pone esta llave, que representa su divino poder, en mi mano, porque como Madre suya, medianera entre mi Hijo y vosotros me ha sido confiada la misión de vencer a Satanás y a todo su potente ejército del mal. Es con esta llave que Yo puedo abrir y cerrar la puerta del abismo. La cadena, con la que el gran Dragón debe ser atado, está formada por la oración hecha Conmigo y por medio de Mí. Esta oración es la del Santo Rosario. Una cadena, en efecto, tiene primero la misión de limitar la acción, después la misión de aprisionar y al final la de anular toda actividad del que es atado con ella. —La cadena del Santo Rosario tiene ante todo la misión de limitar la acción de mi Adversario. Cada Rosario, que recitáis Conmigo, tiene el efecto de restringir la acción del Maligno, de substraer las almas de su maléfico influjo y de dar mayor fuerza a la expansión del bien en la vida de muchos hijos míos. —La cadena del Santo Rosario tiene también el efecto de aprisionar a Satanás, esto es, de hacer impotente su acción y de disminuir y debilitar cada vez más la fuerza de su diabólico poder. Por esto cada Rosario bien recitado es un duro golpe dado a la potencia del mal, es una parte de su reino que es demolida. —La cadena del Santo Rosario obtiene en fin el resultado de hacer a Satanás completamente inofensivo. Su gran poder es destruido. Todo los espíritus malignos son arrojados dentro del estanque de fuego y azufre, cierro la puerta con la llave del Poder de Cristo, y así ya no podrán salir al mundo para dañar a las almas. Comprended ahora, mis hijos predilectos, porque en estos últimos tiempos de la batalla entre Yo, Mujer vestida del Sol y el gran Dragón, Yo os pido que multipliquéis por todas partes los Cenáculos de oración, con el rezo del Santo Rosario, la meditaión de mi palabra y vuestra consagración a mi Corazón Inmaculado. Con ello dais a vuestra Madre Celeste la posibilidad de intervenir para atar a Satanás, para que así pueda llevar a cabo mi misión de aplastarle la cabeza, esto es, de derrotarlo para siempre, encerrándolo dentro de su abismo de fuego y azufre. La humilde y frágil cuerda del Santo Rosario forma la fuerte cadena con la cual haré mi prisionero al tenebroso dominador del mundo, al enemigo de Dios y de sus siervos fieles. Así todavía una vez más, la soberbia de Satanás será derrotada por la potencia de los pequeños, de los humildes, de los pobres. Mientras hoy os anuncio que está próxima esta gran victoria mía, que os llevará a vuestra segura liberación, os doy el consuelo de mi materna presencia entre vosotros y os bendigo.»