Mensaje del 27 de febrero de 1992 en Quito (Ecuador)
Ejercicios Espirituales, en forma de Cenáculo con Obispos y
Sacerdotes del M.S.M. de América Latina
Madre de la segunda evangelización.
«Qué contenta estoy, hijos predilectos, por este Cenáculo de oración y de fraternidad, que en estos días, celebráis Conmigo, vuestra Madre Celeste. Yo estoy siempre con vosotros. Me uno a vuestra oración y hago más fuerte el vínculo de vuestra fraternidad. Este año celebráis el Quinto Centenario de la Evangelización de América Latina. Os he llamado a este Cenáculo porque deseo comunicaros el amor, las preocupaciones y los designios que mi Corazón Inmaculado tiene sobre esta tierra, bendecida por Mí y tan acechada y golpeada por mi Adversario. —Ante todo os manifiesto mi gran gozo al sentirme tan amada por mis hijos, especialmente por los pequeños, los pobres, los sencillos, los enfermos y los pecadores. Por esto, Yo os amo con amor maternal y misericordioso y estoy siempre a vuestro lado como Madre tierna y solícita. Os llevo por la senda de la paz, de la santidad, de la pureza y del amor. —Luego, os participo las preocupaciones y sufrimientos de mi Corazón frente a la situación dolorosa en la que se encuentran las naciones y mi Iglesia, llamada a difundir la luz de Cristo y de su Evangelio. La paz es amenazada por la violencia que se propaga por las injusticias sociales, todavía fuertes; por las divisiones y el predominio de muchos intereses personales sobre el bien común; y por el gran número de mis pobres hijos que viven en condiciones de miseria inhumana. Y además se difunden de forma creciente, los males que amenazan la integridad moral de los pueblos: como la impureza, la pornografía, la droga, los divorcios, el recurso a todos los medios para impedir la vida y esos abortos malditos que claman venganza a Dios. También la Iglesia, que en este Continente vive y sufre, es amenazada por una división interior, causada por la separación del Papa y por la oposición a su magisterio por parte de algunos Obispos, teólogos, Sacerdotes y fieles. Sobre todo mi Adversario ha querido golpearla, con la insidia engañosa de la teología de la liberación que es una verdadera traición a Cristo y a su Evangelio. Por esto, mi Corazón aún hoy es traspasado por la espada del dolor. Finalmente, quiero revelaros los designios de gracia y misericordia que vuestra Madre Celeste tiene sobre vosotros. Yo considero esta tierra como parte preciosa de mi propiedad. Por esto, en el Quinto Centenario de su Evangelización, he querido que toda ella fuera consagrada a mi Corazón Inmaculado. Así he enviado a mi pequeño hijo a todas partes a llamar a Obispos, Sacerdotes, Religiosos y fieles para hacer esta consagración requerida por Mí y pedida para vuestros tiempos. Yo salvaré a América Latina. Yo soy la Madre de la segunda Evangelización. Os guío como una estrella por el camino luminoso de la fidelidad Cristo y a su Evangelio. Es necesario que volváis a creer en el Evangelio de Jesús. Debéis anunciarlo a todos con la fuerza de su integridad. Predicadlo con la misma claridad con la cual mi hijo Jesús lo anunció entre vosotros. Mi misión maternal es la de formar en vosotros los apóstoles de la Segunda Evangelización. Yo os invito, hijos predilectos, a consagraros todos a mi Corazón Inmaculado para que Yo os forme y os guíe en esta importante misión. Movidos por la fuerza del Espíritu Santo, que vuestra Madre Celestial os alcanza, id y predicad a toda criatura: convertios, creed en el Evangelio; el Reino de Dios está cerca. Salid de este Cenáculo en la paz y en el gozo. Yo estoy siempre con vosotros. Con las almas que os han sido encomendadas, os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.»