Mensaje del 22 de noviembre de 1992 en San Marcos (Udine)
Solemnidad de Jesucristo Rey del universo
Oráculo del Señor
. «Hijos predilectos, participad hoy, en la gran alegría de la Iglesia celeste y terrenal que, unida a los coros de la Jerarquías Angélicas se postra en acto de profunda adoración a Jesucristo Rey del universo. Jesucristo es Rey, porque es el Verbo eterno, el Hijo Unigénito del Padre, Imagen de su substancia, Esplendor de su gloria. Por medio de Él todo ha sido creado, y por lo tanto todo lo que existe, fuera de Dios, está sujeto a su Real y Universal dominio. “Oráculo del Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha hasta que Yo ponga a tus enemigos como estrado a tus pies. Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: Somete en la batalla a tus enemigos. Eres príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores sagrados. Yo mismo te he engendrado como rocío, antes de la aurora”. —Jesucristo es Rey, también por derecho de conquista. En efecto, en el momento de la Encamación, el Verbo asume, en su Persona Divina, la naturaleza humana, y en esta unión hipostática la humanidad es elevada a una personal comunión con la misma Divinidad. Con la obra de la Redención realizada en el Calvario, Jesús libera al universo creado de la esclavitud de Satanás, al cual había sido sometido a causa del pecado cometido por el primer hombre, pagando El mismo, sobre la Cruz, el precio debido a la Divina Justicia. Así, todo el universo, redimido del Maligno y reconducido a una plena comunión de vida con el Padre Celestial, pertenece al Real dominio de Cristo y participa de su mismo designio de vencedor del pecado y de la muerte, de Hijo de Dios y de ciudadano de la Jerusalén Celestial. “Yo soy el Primero y el Último, El Viviente. Yo estuve muerto pero ahora vivo para siempre y tengo poder sobre la muerte y sobre el infiemo. Al vencedor que persevera hasta el fin de mis obras, le daré autoridad sobre las naciones; las pastoreará con vara de hierro y las quebrará como vasos de arcilla, con la misma autoridad que me fue dada por mi Padre. Y le daré la estrella de la mañana. No borraré su nombre del libro de la vida, sino que, lo reconoceré delante de mi Padre y delante de sus Angeles. Al vencedor lo pondré como una columna en el templo de mi Dios y nunca más será echado fuera. Grabaré en su frente el nombre de mi Dios y el nombre de la Ciudad Santa, de la nueva Jerusalén que desciende del cielo, de parte de Dios, junto con mi nombre nuevo”. Jesucristo es Rey, porque pertenece a su divina misión retornar el universo creado a la perfecta glorificación del Padre, purificándolo con el fuego abrasador del Espíritu Santo, de modo que quede completamente liberado de todo espíritu del mal, de toda sombra de pecado y pueda de este modo abrirse al encanto del nuevo Paraíso terrestre. Entonces el Padre será glorificado y su Nombre será santificado por todo lo creado. En esta creación, renovada por una perfecta comunión de vida con el Padre, Jesucristo instaurará su Reino de gloria, para que la obra de su divina Redención pueda tener su perfecto cumplimiento. El Espíritu Santo abrirá los corazones y las mentes, de modo que todos puedan cumplir la Voluntad del Padre y del Hijo, de modo que, así en el cielo como en la tierra sea perfectamente cumplida la divina Voluntad. Para llegar a estos cielos nuevos y a esta tierra nueva, es necesario pasar a través de la dolorosa y sangrienta prueba de la purificación, de la gran tribulación y del castigo. Mis predilectos e hijos consagrados a mi Corazón Inmaculado, escuchad la palabra de vuestra Madre Celestial, que dulcemente os prepara y os conduce a vivir estos acontecimientos, porque están ya próximos los tiempos, que os han sido predichos por el profeta Zacarías. “ Oráculo del Señor. Golpearé al pastor y toda la grey andará dispersa; entonces con mi mano cubriré a los débiles. Oráculo del Señor. En todo el país, dos tercios serán exterminados y perecerán; un tercio será conservado. Haré pasar a este tercio por el fuego; lo purificaré como se purifica la plata y lo probaré como se prueba el oro. Invocará mi Nombre y Yo lo escucharé; diré: —Este es mi pueblo, —él dirá: —El Señor es mi Dios.—” En este día en el que celebráis la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del universo, Yo os invito a rendirle homenaje de una fe heroica, de una esperanza segura y de una ardiente caridad, en espera de su retomo glorioso, que os conducirá a vuestra liberación ya próxima. Porque, como atestigua la Divina Escritura, “Jesucristo es el testimonio fiel, el primer resucitado entre los muertos, el rey de los reyes de la tierra. Jesucristo nos ama y nos ha liberado de nuestros pecados, con el sacrificio de su vida. Él nos ha hecho reinar Consigo, como Sacerdote al servicio de Dios su Padre. A Él sea la gloria y el poder para siempre. Amen. ¡Atención! Jesucristo viene entre las nubes del cielo y todos lo verán, también aquellos que le dieron muerte; los pueblos de la tierra estarán trastornados. Sí, amen. Yo soy el Primero y el Ultimo, dice Dios, el Señor que es, que era y que viene, el Dominador de todo el universo”. Con la alegría de una Madre, que se ve más y más escuchada y seguida por sus pequeños niños, por el camino trazado por Mí, como Profetisa de estos últimos tiempos que estáis viviendo, con mi Hijo Jesucristo, hoy adorado en el esplendor de su divina Realeza, os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.»