Mensaje del 13 de mayo de 1992 en Bologna
Aniversario de la Primera Aparición de Fátima
El signo de mi presencia.
«Hijos predilectos, hoy recordáis el setenta y cinco aniversario de mi primera aparición, acontecida en Fátima, en la Cova de Iría, el 13 de mayo de 1917. Quiero invitaros a vivir este día en oración y en filial intimidad de vida Conmigo, vuestra Madre Celeste. Vosotros sois el fruto de aquella mi primera aparición. Vosotros sois la actuación de, éste mi mensaje. —Entonces predije los tiempos de la pérdida de la verdadera fe y de la apostasía, que sería difundida por toda la Iglesia. Estáis viviendo los tiempos que Yo os predije. Vosotros sois el signo de mi presencia en los tiempos de la purificación y de la gran tribulación. De hecho, os llamo a ser parte de mi Obra del Movimiento Sacerdotal Mariano, que Yo misma he difundido por toda la tierra, para transformar los hijos a mí consagrados en fuertes testigos de fe y valientes apóstoles de la Verdad. Por esto os formo en la mayor fidelidad a Cristo y os invito a vivir y a predicar a la letra el Evangelio, en gran unión con el Papa, que ha recibido de Jesús la misión de mantener su Iglesia en la verdad de la fe. Vosotros os convertís así en una fuerte ayuda que Yo ofrezco contra el mal de la infidelidad y de la apostasía. —Entonces predije los tiempos de la guerra y la persecución a la Iglesia y al Santo Padre, a causa de la difusión del ateísmo teórico y práctico, y de la rebelión de la humanidad a Dios y a su Ley. Sed vosotros el signo de Mí presencia en estos tiempos. En efecto, os pido caminar por la senda que Yo misma, en estos años, os he trazado, con los mensajes dados al corazón de éste mi pequeño hijo, para que podáis vivir para gloria del Padre Celestial, en la perfecta imitación de mi hijo Jesús, dóciles a la acción santificadora del Espíritu Santo. Así podéis dar hoy un fuerte testimonio de amor y de esperanza, de fe y justicia, de humildad y pureza. Y así, os convertís en la fuerte ayuda que Yo ofrezco, contra los grandes males del materialismo y del hedonismo, del egoísmo y del orgullo, de la avaricia y de la impureza. —En aquel tiempo Yo predije el castigo y que, al fin, mi Corazón Inmaculado obtendría su triunfo. Sois el signo de mi presencia en los tiempos de la prueba dolorosa, que prepara el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo. En efecto, a través de mi Movimiento Sacerdotal Mariano, Yo llamo a todos mis hijos a consagrarse a mi Corazón, a difundir por todas partes los Cenáculos de oración entre los sacerdotes, los fieles, los niños, los jóvenes, y en las familias. De esta manera Yo puedo obtener una gran fuerza de intercesión y de reparación y puedo intervenir para cambiar el corazón de mis pobres hijos pecadores; así me construyo cada día el triunfo de mi Corazón Inmaculado. Cuanto más se realiza, éste mi materno triunfo, en los corazones y en las almas de mis hijos, y éste afecta a un mayor número de ellos, tanto más se aleja de vosotros el castigo, y Jesús puede derramar en el mundo los torrentes de su divina misericordia. Por esto hoy os invito a todos a seguirme como vuestra Madre Celeste, que desciendo del Cielo para ser Yo misma, en estos tiempos, vuestra salvación y vuestra liberación segura.»