Mensaje del 1 de enero de 1992 en Rubbio (Italia)
Fiesta de María Santísima Madre de Dios
Vuestra liberación está cerca.
«Hoy os invito a alzar vuestra mirada hacia Mí, hijos predilectos, porque vuestra liberación está cerca. Entráis en los tiempos decisivos, que os conducen al triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo. Los acontecimientos se suceden de una manera rápida y el año nuevo, que hoy estáis iniciando, llevará al cumplimiento de cuanto Yo os he revelado en algunos de mis secretos. La acción de mi Adversario se hará más fuerte, para extender s,u dominio sobre toda la humanidad. Así aumentarán por doquier el mal, el pecado, la violencia y el odio, la perversión y la incredulidad. Las guerras se difundirán involucrando a otros pueblos y naciones, y muchos de mis pobres hijos tendrán que llevar la pesada carga de esta cruz sangrienta. Pero tened confianza. Alzad la mirada hacia Mí, Madre de Dios y verdadera Madre vuestra. Hoy os anuncio que vuestra liberación está cerca. También en la Iglesia, la tiniebla se hará aún más densa y logrará envolverlo todo. Los errores se difundirán más, y muchos se alejarán de la verdadera fe. La apostasía se propagará como una epidemia y muchos Pastores y los rebaños a ellos encomendados serán golpeados por ella. En todas las partes de la tierra, la Iglesia, esta pobre hija mía agonizante y crucificada, tendrá que sufrir mucho. La contestación al Papa se hará más fuerte: teólogos, obispos, sacerdotes y fieles se opondrán abiertamente a su Magisterio. Mi Papa se sentirá cada vez más solo, mientras será abandonado, criticado, y ridiculizado por muchos. Pero tened una gran confianza y paciencia. Sed fuertes en la fe y en la esperanza. Alzad la mirada hacia Mí, Madre de Dios y verdadera Madre vuestra. Hoy os anuncio que vuestra liberación está cerca. Salid de vuestro ocultamiento, hijos míos predilectos, e id a todas partes a iluminar la tierra con la sola Luz de Cristo. Vuestros tiempos han llegado. No temáis si no sois conocidos por el mundo, si sois despreciados, marginados y perseguidos. Yo estoy siempre con vosotros. Mostraos a todos como mis hijos predilectos, mis consagrados, los apóstoles de estos últimos tiempos que Yo, desde hace ya veinte años estoy formando, por medio de los mensajes que doy a través de este hijo mío, el más pequeño. Caminad por la senda del desprecio del mundo y de vosotros mismos, de la humildad y de la pequeñez, del amor y de la pureza. Así llegaréis a ser los buenos Samaritanos para la Iglesia de hoy, que tanto sufre. Amad siempre; no juzguéis a nadie. Ayudad a todos con la ternura de vuestro amor sacerdotal. Permaneced unidos al Papa para ayudarlo a llevar su gran Cruz hacia el Calvario. Id por todos los caminos del mundo, en busca de mis pobres hijos descarriados. Tomad en vuestros brazos sacerdotales, a los pobres, a los enfermos,a los desesperados, a los abandonados, a los golpeados, a los oprimidos, a todas las innumerables víctimas de la violencia, del odio y de las guerras. Llevadlos a todos al refugio seguro de mi Corazón Inmaculado. Alzad los ojos de este tiempo tenebroso que estáis viviendo, y no temáis si Satanás es ahora el dominador incontrastado del mundo y el dueño de toda la humanidad. Pronto su reino será reducido a un montón de ruinas y su poder será destruido, porque Yo misma lo ataré con una cadena y lo encerraré en su estanque de fuego eterno y de muerte, del cual no podrá salir jamás. Y será Jesucristo Rey de la eterna gloria, el que reinará sobre todo el mundo renovado, y así dará inicio a los tiempos nuevos que están por llegar. Por eso os repito al inicio de este año nuevo: tened confianza. Vivid cada día en la fe y en una gran esperanza. Alzad los ojos hacia Mí, Madre de Dios y verdadera Madre vuestra. Hoy os anuncio que vuestra liberación está cerca.»