Mensaje del 1 18 de abril de 1992 en Rubbio (Italia)
Sábado Santo
El sepulcro de vuestra esclavitud.
«Permaneced junto a Mi, hijos predilectos, en este día, que he pasado en la ausencia de mi Hijo. Su Cuerpo está depositado en el sepulcro nuevo, en espera de su Resurrección. Los Apóstoles están asustados y dispersos; yo vivo con las piadosas mujeres, que me hacen compañía, y velo en la oración y en la espera. Es el día de mi inmaculado dolor. Es el primer día de mi espiritual Maternidad. Por esto, desde los tiempos más antiguos, se ha establecido en la Iglesia la costumbre de dedicar este día a una especial veneración a Mi. Hoy os quiero junto a Mi, en una continua vigilia de oración y de amor, junto al Sepulcro donde yace el cuerpo exánime de Jesús. En su sepulcro son depositados para siempre el pecado y el mal, la incredulidad y el egoísmo, la impureza y el orgullo, la corrupción y la muerte. Y nace el hombre nuevo de la gracia y de la santidad, de la fe y de la esperanza, de la pureza y del amor. Nace la Iglesia; nace la nueva humanidad, modelada según la gloriosa humanidad de Jesús resucitado y ascendido a la derecha del Padre. Hoy os invito a bajar también a vosotros al sepulcro con Cristo, para morir al mundo y a vosotros mismos, y para vivir solamente para el Señor y para su gloria. Este nuevo sepulcro, sea el sepulcro de vuestra esclavitud. —Sea el sepulcro de vuestra esclavitud, donde se destruyen todas las cadenas que os tienen bajo el dominio de Satanás, y donde nace el hombre nuevo, llamado a ser libre hijo de Dios. Sea el sepulcro de vuestra esclavitud, donde muere para siempre esta humanidad alejada de Dios, rebelde a su ley, corrupta, esclava del Espíritu del mal, que yace bajo el poder de las tinieblas, y donde nace la humanidad nueva, iluminada y santificada por la gloriosa humanidad de Jesús. Sea el sepulcro de vuestra esclavitud, donde muere la Iglesia enferma y dividida, invadida por el espíritu del mundo, oscurecida en su fidelidad y en su santidad, agredida por la pérdida de la fe y por la apostasía, y donde nace la iglesia nueva, santa, fiel, iluminada, evangélica, pobre y casta, que refleja sobre el mundo sólo la luz de Cristo. En el sepulcro nuevo de este día, sea por siempre depositada toda forma de esclavitud de este vuestro tiempo, que os tiene bajo el poder de Satanás y de su universal seducción, y nazcan los tiempos nuevos de vuestra liberación, que os es dada por Jesucristo resucitado y vivo entre vosotros.