Mensaje del (Vicenza) 30 de marzo de 1991 en Rubbio
Sábado Santo
En el largo Sábado Santo.
«Hijos predilectos, vivamos juntos este día del Sábado Santo. Jesús descansa sin vida en el sepulcro nuevo donde ha sido depositado. Yo velo en la confianza, en la oración, en la espera. Es el día de vuestro descanso espiritual. Es el primer día de mi espiritual maternidad. Que en estos últimos tiempos se haga más fuerte vuestro empeño por vivir en unión de vida con vuestra Madre Dolorosa. Es un largo Sábado Santo, que ya está por terminar. Entonces que vuestra oración se haga más intensa. No os dejéis absorber ni apoderar por la acción ni por la preocupación excesiva. En los momentos de sufrimiento, en los dolores de los últimos tiempos que estáis viviendo, os invito a velar Conmigo en oración asidua. En el largo Sábado Santo, que estáis viviendo, velad Conmigo en la confianza y en la esperanza. En el sepulcro de vuestro largo Sábado Santo, son sepultadas para siempre la iniquidad y la miseria humana ; el mal y el pecado, el orgullo y el odio, la impureza y la soberbia, toda forma de corrupción y de muerte. En el largo Sábado Santo de estos últimos tiempos, debéis, sobre todo, velar Conmigo en la espera. Lo que hizo más leve mi gran dolor en este día, fue la certeza de que Jesús resucitaría gloriosamente. Que al Sábado en el sepulcro, seguiría el primer día de la Resurrección. Aunque sigáis viviendo el dolor, el cansancio, el sufrimiento, la muerte de este largo Sábado Santo, vivid Conmigo en la espera. Jesús volverá sobre las nubes del cielo, para instaurar su Reino de Gloria y hacer nuevas todas las cosas. Hijos predilectos, vivid Conmigo hoy, en la espera de su retomo.»