Mensaje del 8 de septiembre de 1991 en Velehrad (Bohemia)
Natividad de la Bienaventurada Virgen Maña
La corona de los pueblos eslavos
«Hoy te he querido aquí para celebrar el día de mi Natividad con un Cenáculo, que realizas en este importante Santuario, donde soy venerada, junto a la memoria de los dos grandes Apóstoles eslavos S. Cirilo y S. Metodio. Te encuentras con muchos Sacerdotes y fieles, llegados también de lejos, para pasar este día en una continua oración con la Madre Celestial y para renovar juntos vuestra consagración a Mí Corazón Inmaculado. Llévame \a corona de los pueblos eslavos, como don filial, en tomo a la cuna donde he sido depositada el día de Mí nacimiento. Adoma con ella y perfuma con amor y confianza, este día de Mí Natividad. Desde este Santuario venerado, hoy os bendigo, oh pueblos eslavos, que sois particularmente amados y protegidos por Mí, especialmente en estos tiempos, en los cuales he permanecido junto a vosotros. He permanecido siempre junto a vosotros, en los largos años de vuestra dura y sangrienta esclavitud. El Dragón rojo había ejercido todo su poder sobre vosotros, marcando con lágrimas y sangre su cruel dominio por todas partes. Pero Yo os he obtenido del Señor la gran gracia de vuestra liberación. He permanecido siempre junto a vosotros, en los momentos decisivos, en los cuales el comunismo era derrotado para siempre por vosotros, e intervine personalmente para que esto sucediera sin luchas fratricidas, sin derramamiento de sangre y sin ulteriores destrucciones. Ahora permanezco particularmente junto a vosotros, para ayudaros a caminar por la senda de la verdadera libertad, en el fiel cumplimiento de las promesas bautismales, en un cotidiano esfuerzo de seguir a Jesús, por el camino de la gracia de Dios, del amor, de la pureza, de la comunión y de la fraternidad. Que se cierren para siempre las heridas del pasado, y abriros a los tiempos nuevos que os esperan. Europa entera debe convertirse en una sola y gran familia, fiel a Cristo y a su Iglesia, en un esfuerzo de conversión y de retomo al Señor, para que pueda ser vencido por vosotros el enemigo más peligroso del ateísmo práctico, del hedonismo, de la impureza y de la impiedad. Así como vuestros grandes maestros y Patronos Cirilo y Metodio, os llevaron la primera evangelización, también vosotros, mis hijos predilectos e hijos a Mí consagrados, estáis llamados ahora a ser los Apóstoles de esta segunda evangelización. Permaneced en paz y gozo; vivid con confianza y una gran esperanza. Yo estoy siempre con vosotros. Desde aquí, junto a los Santos Cirilo y Metodio, hoy bendigo a todos los pueblos eslavos y a esta nueva Europa, completamente renovada, que formo cada día en el jardín de Mí Corazón Inmaculado.»