Mensaje del 28 de marzo de 1991 en Rubbio (Italia)
Jueves Santo
La Pascua del amor y del dolor.
«Hijos predilectos, hoy es vuestra fiesta, porque es el día del nacimiento de vuestro Sacerdocio. En la Ultima Cena, con las palabras: —’’Tomad y comed todos, este es mi Cuerpo; bebed todos, este es el Cáliz de mi sangre”— , Jesús, instituye el nuevo Sacrificio, el pacto de la Alianza nueva y eterna. Y con las palabras que dirige a los Apóstoles: “Haced esto en memoria mía”, instituye su nuevo Sacerdocio. A este nuevo y eterno Sacerdocio de Cristo habéis sido asociados también vosotros, hijos míos predilectos, que habéis participado del signo indeleble del carácter sacerdotal en el día de vuestra Ordenación Presbiterial. Y hoy, recordáis este don renovando vuestra plena disponibilidad al servicio de Cristo y de los hermanos, reunidos alrededor de vuestros Obispos, durante la concelebración de la Santa Misa Crismal, que os permite expresar, de una manera tan profunda y visible, la unidad que existe entre vosotros, el Obispo y Cristo. En este día os pido que renovéis vuestro acto de amor completo y total hacia Jesús. Vivid los momentos de su padecimiento tan grande. Entrad con El en el Huerto de los Olivos, para vivir su misma Agonía de Getsemaní. ¡Cuánto ha esperado Jesús este día! “He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer”. Es la Pascua del Amor. Es la Pascua de la institución del Sacrificio del Amor; es la Pascua del Sacramento del Amor; del mandamiento nuevo del Amor; del servicio dado como un acto perfecto de amor; de la oración por la unidad de todos vosotros, como cumplimiento de amor. Es la Pascua del Dolor He aquí que apenas Jesús entra en el Huerto de los Olivos, se apodera de Él una angustia profunda y casi lo paraliza. Se siente víctima inocente, hostia inmolada, cordero inmaculado, sobre el cual se carga todo el pecado del mundo. En un instante tiene la visión clara de cada detalle de su dolorosa y oprobiosa Pasión. Entonces, con la voz profunda que proviene de toda su Divina Persona, se encomienda al Padre. “Padre, si es posible, que pase de mí este Cáliz”. Se postra en el suelo, ora, gime, llora, unos temblores profundos sacuden su Cuerpo, que empieza a sudar abundantemente y las gotas de sudor se convierten en gotas de sangre. Necesita consuelo. Lo pide a los tres discípulos más amados: Pedro, Santiago y Juan. Por tres veces se dirige hacia ellos, oprimido por el sufrimiento tan grande, por tres veces los encuentra dormidos. Yo me encuentro lejos con mi presencia, pero con el alma y con el corazón estoy siempre al lado de mi Hijo. Y así, la única criatura terrena que lo asiste hasta en esos momentos de angustiosa agonía, es su Madre. Reconfortado por mi ayuda espiritual y maternal, Jesús se ofrece en un acto de perfecto abandono: “Padre, que no se haga mi voluntad sino la Tuya”. Entonces, le es enviado un Angel por el Padre, con el cáliz del suave consuelo de la Divina consolación, para darle valor para avanzar al encuentro con el traidor que ya se acerca. “Aquel que me traiciona está cerca». Hijos predilectos, en vuestra vida sacerdotal, debéis renovar el gran misterio de amor y de dolor de vuestro divino hermano Jesús. También vosotros habéis sido llamados a entrar en el Getsemaní de estos últimos tiempos, que preparan vuestra inmolación sacerdotal, para la nueva era que os espera. Cuántas veces el peso del dolor os oprime; las fuerzas del mal os paralizan; las incomprensiones os marcan; las oposiciones os detienen; los pecados de esta humanidad os abruman; las traiciones os postran. “Padre, si es posible, que pase de nosotros este Cáliz ’ Hijos predilectos, no busquéis consolaciones humanas o consuelos superficiales. Mi misión maternal es la de daros el cáliz del consuelo que el Padre Celestial os ha preparado. Así, os ayudo hoy a cumplir solamente el Querer del Padre. Confiaos todos a mi Corazón Inmaculado, para que Yo pueda llevaros por el Camino de su Divina Voluntad. Y vivid Conmigo, en el Getsemaní de estos últimos tiempos, vuestra Pascua de Amor y de Dolor; en espera de la nueva era que ya se acerca.»