Mensaje del 2 de febrero de 1991 en Milán
(Primer Sábado) Presentación del Niño Jesús en el Templo
El camino que lleva a la nueva era.
«Contempladme hoy en el misterio de la presentación de mi Divino Niño en el Templo. Con qué docilidad y abandono filial se deja llevar Jesús en mis brazos maternos, mientras subo al Templo de Jerusalén con mi castísimo esposo José, para cumplir con el precepto de la Santa Ley del Señor. Entrego al Niño en las manos del Sacerdote y así es ofrecido al Padre como víctima y sacrificio para nuestra redención. Jesús entra en la gloria de su Templo como luz que ilumina a todo hombre para la salvación de todas las gentes. El misterio, escondido en el secreto del Padre desde los siglos eternos, se manifestó en este momento. No a los grandes ni a los sabios; no a los poderosos y a los inteligentes, no a los primeros y a los más importantes. Es revelado a los pequeños, a los pobres, a los sencillos, a los últimos, a los puros de corazón. Así una sencilla mujer y un pobre anciano, abiertos para acoger el don del Espíritu, consiguen ser los primeros en penetrar en la comprensión de este gran misterio. —’’Ahora deja, oh Señor, que tu siervo se vaya en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”. Es un misterio de amor y de dolor, de luz y de tinieblas, de gozo y de sufrimiento, de muerte y de vida. —’’Será puesto como signo de contradicción, para la salvación y la ruina de muchos”. Y Yo estoy íntimamente asociada al desarrollo de esta misión divina: —”Y a ti,oh Madre, una espada traspasará tu corazón”. Dejaos llevar, también vosotros, en mis brazos matemos, mis predilectos, e hijos consagrados a mi Corazón Inmaculado. Ha llegado el momento de dar vuestra luz y vuestro testimonio. Por eso os invito a entrar, a todos, en el templo de mi Corazón Inmaculado. Aquí sois ofrecidos a la gloria del Padre; aquí sois formados en la imitación de mi Hijo; aquí sois transformados por la poderosa obra del Espíritu Santo. Vuestra inmolación sacerdotal es necesaria para la salvación de todas las gentes. Habéis entrado en el período conclusivo de la gran tribulación y ha llegado ya para vosotros la hora de la gran prueba que desde hace tantos años os he preanunciado. Es una prueba tan grande y dolorosa que ni tan siquiera la podéis imaginar, pero es necesaria para la Iglesia y para toda la humanidad, para que pueda llegar a vosotros la nueva era, el mundo nuevo, la reconciliación de la humanidad con su Señor. En estos días, Jesús está actuando de una manera muy fuerte en todas las partes del mundo para realizar el designio de su Amor Misericordioso. Este designio, por ahora, permanece escondido y encerrado en el secreto de su Corazón Divino. También hoy, solamente es revelado a los pequeños, a los sencillos, a los pobres, a los puros de corazón. Con estos pequeños, que Él está reuniendo de todas las partes de la tierra, Jesús instaurará pronto su Reino de Gloria. Este es el camino que lleva a la nueva era. Así, mientras me veneráis en el momento en que presento al Niño Jesús en el Templo de Jerusalén, hoy os invito a todos a entrar en el Templo espiritual de mi Corazón Inmaculado, para que Yo pueda ofreceros a la Gloria del Señor y os pueda formar en la sencillez y en la pequeñez, en la pobreza y en la pureza. Sólo así podréis llegar a ser vosotros mismos el camino que lleva a Su Reino y ser Luz intensa que indica a la pobre humanidad el camino que lleva a los tiempos nuevos que os esperan».