Mensaje del 7 de octubre de 1990 en Quebec (Canadá)
Fiesta de la Virgen del Rosario
Mi mayor victoria
«En este día, en el cual se celebra la fecha de una de mis victorias, conseguida con el arma poderosa del Santo Rosario, te encuentras recorriendo las regiones del Canadá, esta tierra tan amada por Mí, y tan amenazada y herida por mi Adversario, para reunir a los Sacerdotes y a los fieles consagrados a Mí, en los Cenáculos de oración y fraternidad. Hoy, por medio tuyo, quiero dar una palabra de confianza y esperanza a muchos hijos míos que viven en esta gran Nación. —Mi Adversario ha violado esta tierra de una manera muy fuerte llevando a tantos pobres hijos míos al camino del materialismo, de la búsqueda exasperada de los placeres y del dinero, del egoísmo, del orgullo y de la impureza. La obscenidad y la inmoralidad se propagan por todas partes, especialmente por medio de la prensa y de la televisión, y de este modo las almas de los pequeños y de los sencillos son corrompidas. —La Iglesia también es particularmente amenazada por la difusión de los errores, que llevan a la pérdida de la verdadera fe. Los Pastores son responsables de esta situación dolorosa, porque muchos de ellos no defienden con valor la Verdad, a menudo se callan y toleran toda clase de abusos y así, la integridad de la Fe Católica es cada vez más amenazada. Es necesario que todos los Obispos y Sacerdotes regresen a una mayor unidad con el Papa, a quien Cristo ha puesto como fundamento de la Iglesia y como custodio infalible de su verdad. Pero mi gran dolor es consolado por un creciente número de mis hijos que aceptan mi invitación maternal a la conversión, a la consagración a mi Corazón Inmaculado, a difundir por todas partes los Cenáculos de oración hechos Conmigo, por medio del rezo del Santo Rosario. Difundid estos Cenáculos por todas partes, como rayos de luz que bajan a iluminar la tierra, en estos días de gran tiniebla. Multiplicad sobre todo los Cenáculos familiares, como una fuerte defensa contra todos los males que hoy amenazan con destruir la familia, como la división, el divorcio, el uso de los medios que impiden la vida, los abortos que aumentan más y más y claman venganza ante Dios. El Cenáculo espiritual de mi Corazón Inmaculado, es el refugio en el cual todos debéis entrar para recibir el don del segundo Pentecostés. Así, con el arma poderosa del Santo Rosario, podéis conseguir hoy también, mi mayor victoria en la historia de la Iglesia y de toda la humanidad.»