Mensaje del 28 de junio de 1989 en Valdragone de San Marino
Ejercicios Espirituales bajo forma de Cenáculo con Sacerdotes del
M.S.M. de América y Europa
Poseed el testimonio de Jesús.
«Hijos predilectos, con qué amor os miro y cuánto consuela a mi Corazón dolorido este vuestro continuo Cenáculo, que reproduce aquí la realidad del de Jerusalén. Os recogéis en oración continua, intensa, hecha Conmigo. Cuán grata me resulta la Liturgia de las Horas, el Rosario entero que recitáis, la Adoración Eucarística, la solemne concelebración de la Misa, que forma el corazón de todo el Cenáculo. Os reunís como hermanos que se aman, se ayudan, para llevar juntos el peso de las dificultades que encontráis. Renováis cada día vuestro acto de consagración a mi Corazón Inmaculado, en diversas lenguas, y así os unís realmente a todos vuestros hermanos de mi Movimiento que se encuentran esparcidos por todas las partes del mundo. Vosotros formáis parte de mi ejército. Sois porción preciosa de mi maternal herencia. Poseed el testimonio de Jesús y observad los Mandamientos de Dios. Satanás se desencadena contra vosotros porque formáis mi talón, es decir, la parte más débil y frágil de Mí misma y porque sois mi progenie. Así hoy, os insidia fuertemente y se desencadena contra vosotros con toda clase de tentaciones y de persecuciones. Permaneced serenos. Tened confianza en Mí. Estos son los tiempos de la batalla y debéis combatir por mi victoria. Por eso hoy os invito a todos a poseer el testimonio de Jesús. Poseed el testimonio de Jesús en estos tiempos de la purificación, para andar por el camino de la fidelidad a Cristo y a su Iglesia y de una creciente santidad. Entonces así permanecéis en la seguridad y en la paz, en la confianza y en el filial abandono en Mí. Poseed el testimonio de Jesús en estos tiempos de la apostasía, para ser fuertes y valientes testimonios de fe. Para esto os invito a estar cada vez más unidos al Papa, a sostenerlo con vuestra oración y vuestro amor, a acoger y difundir su Magisterio: indicaréis así a las almas el camino seguro a seguir para permanecer en la verdadera fe. Conservad el testimonio de Jesús en estos tiempos de la gran tribulación. Han llegado los días predichos por el Evangelio y por el Apocalipsis. Las fuerzas del mal, unidas al poder de quien se opone a Cristo harán grandes prodigios en el cielo y sobre la tierra, hasta seducir a gran parte de la humanidad. Permaneced firmes en vuestro heroico testimonio de Jesús y combatid Conmigo contra la fuerza poderosa de aquel que se manifiesta como el enemigo de Cristo. Al final, podréis contemplar con alegría mi gran victoria en el glorioso triunfo de Cristo. Os bendigo a todos, con vuestros seres queridos, las almas que os han sido confiadas, vuestro ministerio sacerdotal, y acojo entre mis manos todas las intenciones de bien que lleváis en el corazón.»