Mensaje del 24 de diciembre de 1989 en Dongo (Italia)
Noche Buena
El tiempo se ha cumplido.
«Hijos predilectos, vivid Conmigo en acto de oración incesante y de profundo recogimiento, estas horas de la Noche Santa. El tiempo se ha cumplido. Desde cientos de años se ha venido esperando este acontecimiento: voces de profetas y de enviados de Dios habían tenido encendida la antorcha de la esperanza y de la espera. El curso del tiempo y de la historia confluían ambos hacia este extraordinario momento. En esta Noche Santa todo tiene su cumplimiento. Yo, Virgen y Madre, doy a luz a mi Hijo Divino: mi castísimo esposo José está junto a Mí y lleva en su persona la presencia de todos los pobres de Israel; la Gruta rústica se vuelve regia por el Hijo de David, llamado a sentarse sobre su trono real; los pastores acuden para ofrecer el homenaje de los sencillos y de los pobres de espíritu; el coro de los ángeles canta y trae la luz inocente de los niños, de los pequeños, de los puros de corazón. Con qué inefable amor y delicada ternura, Yo deposito sobre el pobre pesebre a mi Hijo Divino, el Primogénito del nuevo pueblo de Israel, el Unigénito Hijo del Padre, el Mesías prometido y esperado desde siglos. En esta Noche Santa las profecías se realizan, todo tiene su perfecto cumplimiento. El tiempo se ha cumplido. Vivid con amor, con confianza y con gran esperanza esta Navidad. Es la Navidad de 1989. Es la Navidad de un año que ha sido muy importante. Vividlo Conmigo, Madre que cada día os engendra aquella vida que mi Niño os ha dado con su venida en tre vosotros. Vividlo con mi esposo José, en acto de humilde y dócil colaboración al designio de vuestro Padre Celestial. Vividlo con los pastores que acuden festivos, con la alegría de ser vosotros también testimonios del anuncio, que aún hoy sigue proclamando la paz y la salvación a todos los hombres. Vividlo con los pequeños, los sencillos, los pobres, que hacen de trono real al dominio de mi Hijo Jesús. Vividlo con los Angeles que cantan armonías divinas y ofrecen el amor a esta pobre tierra, que nunca estuvo tan amenazada y golpeada. Vivid en espíritu de alegría profunda esta vuestra Navidad. Puesto que el tiempo se ha cumplido. Ya entráis en los acontecimientos que os preparan para su segunda Navidad. Os aproximáis al momento del glorioso retomo de Cristo. No os dejéis, pues, apoderar por el temor, ni por la tristeza, ni por una vana curiosidad, ni por inútiles afanes. Vivid con la simplicidad de los pequeños, todos los momentos de este nuevo Adviento en mi Corazón Inmaculado y poned empeño en actuar con rapidez para abrir de par en par las puertas de los hombres y de los pueblos al Cristo que viene. Y abrid el corazón a la esperanza para acoger con alegría el anuncio que hoy os doy: se está cumpliendo el tiempo de su glorioso retomo.»