Mensaje del 15 de septiembre de 1989 en Fátima (Portugal)
Fiesta de la Virgen Dolorosa
Grande es mi dolor
«Participad, hijos predilectos de mi dolor. Soy vuestra Madre Dolorosa. Mi Corazón Inmaculado es traspasado por numerosas y dolorosas espinas. El dominio de mi Adversario se ha hecho cada día mayor y su poder se expande en los corazones y en las almas. Ya ha descendido sobre el mundo una densa tiniebla. Es la tiniebla del rechazo obstinado de Dios. Es la tiniebla del pecado cometido, justificado y ya no confesado. Es la tiniebla de la lujuria y de la impureza. Es la tiniebla del egoísmo desenfrenado y del odio, de la división y de la guerra. Es la tiniebla de la pérdida de la fe y de la apostasía. En el Cáliz de mi Corazón Inmaculado Yo recojo, también hoy, todo el dolor de mi Hijo Jesús, que revive místicamente las horas sangrientas de su agonía. Nuevo Getsemaní es para Jesús ver hoy su Iglesia tan violada y desierta, donde la mayor parte de los Pastores duerme en la indiferencia y en la tibieza, mientras otros repiten el gesto de Judas y le traicionan por sed de poder y de dinero. Exulta el Dragón frente a la vastedad de su conquista, con la ayuda de la bestia negra y de la bestia semejante a un cordero, en estos vuestros días, en los que el diablo se ha desencadenado contra vosotros, sabiendo que le queda poco tiempo. Por esto han llegado también los días de mi gran dolor. — Grande es mi dolor al ver a mi Hijo Jesús que sigue vilipendiado y flagelado en su Palabra, rechazada por orgullo y desgarrada por interpretaciones humanas y racionalistas. — Grande es mi dolor al contemplar a Jesús, realmente presente en la Eucaristía, cada vez más olvidado, abandonado, ofendido y pisoteado. — Grande es mi dolor al ver a mi Iglesia divida, traicionada, despojada y crucificada. — Grande es mi dolor al ver a mi Papa que sucumbe bajo el peso de una Cruz pesadísima, mientras se ve circundado por la completa indiferencia de parte de Obispos, Sacerdotes y Fieles. — Grande es mi dolor por un número en constante crecimiento de mis pobres hijos que recorren el camino del mal y del pecado, del vicio y de la impureza, del egoísmo y del odio, con el gran peligro de perderse eternamente en el infierno. Entonces hoy, os pido a vosotros, hijos consagrados a mi Corazón Inmaculado, todo lo que en este mismo lugar, en mayo de 1917, he pedido a mis tres pequeños niños Lucía, Jacinta y Francisco, a quienes me aparecí. — ¿Queréis también vosotros ofreceros como víctimas al Señor, sobre el altar de mi Corazón Inmaculado, por la salvación de todos mis pobres hijos pecadores? 787Si acogéis esta mi invitación, deberéis hacer cuanto ahora os pido. Orad cada vez más, especialmente con el Santo Rosario. Practicad con frecuencia horas de adoración y reparación Eucarística. Acoged con amor todos los sufrimientos que el Señor os mande. Difundid sin miedo los mensajes que Yo os doy, como Celestial profetisa de estos vuestros últimos tiempos. ¡Si supierais el castigo que os espera, si seguís cerrando las puertas de vuestros corazones a la voz angustiada de vuestra madre Celeste! Ya que el Corazón Divino de mi Hijo Jesús ha confiado a mi Corazón Inmaculado la última y extrema tentativa de conduciros a todos a la salvación.»