Mensaje del 15 de agosto de 1989 en Rubbio (Italia)
Fiesta de María Stma. Asunta al Cielo
Aquí debe mostrarse la constancia de los santos
«Hoy miradme a Mí, vuestra Madre Celeste, en el esplendor de mi Cuerpo Glorioso, elevado con mi alma a la Gloria del Paraíso. Soy la Mujer vestida del Sol. Soy vuestra Celestial Capitana. Soy la Reina de todos los Santos. Dirigid vuestra mirada a Mí como signo de segura esperanza y de consolación, en estos tiempos de la purificación, de la apostasía, y de la gran tribulación. Han llegado los tiempos de la lucha y de la mayor conquista por parte del Dragón, de la Bestia que viene de la tierra y de la bestia que viene del mar. Son por tanto los tiempos en los que se construye una civilización sin Dios y se conduce a toda la humanidad a vivir sin Él. Son los tiempos en que Satanás y las fuerzas diabólicas se hacen adorar por un número cada vez mayor de hombres y así se vuelve más vasta la difusión del culto satánico, de las sectas y de las misas negras. Son los tiempos en los que se construye un ídolo para poner en lugar del verdadero Dios y de la verdadera Iglesia, y este ídolo es un falso Cristo y una falsa Iglesia. Son los tiempos en los que todos aquellos que sigan a este ídolo serán marcados con su sello en la frente y sobre la mano. Son los tiempos en los que los fieles seguidores del Cordero serán sometidos a marginaciones, a persecuciones, a prisiones y a la muerte. Por lo tanto son los tiempos de vuestra constancia. Aquí debe mostrarse la constancia de los santos. —Aquí debe mostrarse la constancia de aquellos que pertenecen al Señor, ponen en práctica los mandamientos de Dios y permanecen fieles a Jesús. —Aquí debe mostrarse la constancia de aquellos que serán perseguidos y conducidos al martirio, porque son bienaventurados aquellos que mueren en el Señor, encuentran reposo de sus fatigas y el bien que han hecho los acompaña. —Aquí debe mostrarse la constancia de aquellos que no adoran a la Bestia y no se dejarán marcar con su diabólico sello. En cambio, aquellos que adorarán a la Bestia y a su estatua y recibirán su marca en la frente o en la mano, beberán el vino de la ira de Dios, vertido en el cáliz de su terrible castigo, y serán torturados en la presencia del Cordero y de los Ángeles santos con fuego y azufre. —Aquí debe mostrarse la constancia de aquellos que llevan escrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre, porque no han traicionado a su Dios y en su hablar nunca ha habido una mentira y siguen al Cordero dondequiera que vaya. —Aquí debe mostrarse la constancia de todos mis pequeños niños que Yo llamo a consagrarse a mi Corazón Inmaculado, para vivir Conmigo los momentos conclusivos de la batalla y de la caída de Babilonia, cuando la viña de la tierra sea vendimiada y los racimos sean arrojados al tonel del prensado, que representa el gran castigo de Dios. Por eso hoy os invito a todos a dirigir vuestra mirada a Mí, vuestra Madre Celeste, en el esplendor de mi Cuerpo Glorioso, para que mi luz os ilumine, mi Corazón Inmaculado os recoja, mi amor maternal os sostenga para ser, en estos tiempos, valientes testimonios de constancia frente a la Iglesia y a toda la humanidad.»