Mensaje del 1 de enero de 1989 en Dongo (Italia)
Fiesta d e María Santísim a Madre de Dios
Ven Señor Jesús.
«Soy vuestra Madre Inmaculada, que os conduce a Jesús y os lleva a la paz. Hoy toda la Iglesia se alegra, contemplando el misterio inefable de mi maternidad divina y universal. Al comienzo de este nuevo año, que estará señalado por el sucederse de acontecimientos graves y significativos, dirigid vuestra mirada a Mí, particularmente como Madre de la Esperanza y como Reina de la Paz. En el momento, que estáis viviendo, de la gran tribulación, mi presencia maternal se hará siempre más fuerte y extraordinaria. Cuanto más grande y universal se haga el dominio de mi Adversario, el Dragón Rojo, también tanto más grande y universal se volverá la presencia victoriosa de la Mujer vestida del Sol. Por esto, habéis entrado ahora en un período de tiempo marcado por una fuerte presencia Mía entre vosotros que se hará a todos manifiesta por medio de acontecimientos extraordinarios. Soy vuestra tierna Madre que tiene la misión de conduciros a Jesús vuestro Señor y vuestro Salvador. En estos años, que aún os separan del fin de siglo, Yo actuaré de todos los modos posibles, para que el Reino de Jesús pueda ser instaurado entre vosotros y el Señor Jesús pueda ser amado y glorificado por todos. — Ven Señor Jesús a la vida de cada uno por medio de la Gracia Divina, del amor y de la santidad. Yo actuaré de una manera muy fuerte para llevaros a todos vosotros, que os habéis consagrado a mi Corazón Inmaculado, a una gran santidad, a fin de que Jesús pueda vivir, obrar y resplandecer en vuestra vida de una manera creciente. — V en Señor Jesús a las familias, para ayudarlas a reencontrar el camino de la comunión, del mutuo y recíproco amor, de la perfecta unidad y de una completa disponibilidad al don de la vida. — Ven Señor Jesús a las Naciones, que tienen necesidad de volver a ser comunidad abierta al bien espiritual y material de todos, especialmente de los pequeños, de los necesitados, de los enfermos, de los pobres y de los marginados. Se prepara para vosotros el advenimiento del Reino de Jesús, que os introducirá en una nueva era de gran fraternidad y de paz. Por eso hoy, al comienzo de un período de tiempo muy importante, porque en él se realizará un designio preparado y ejecutado por Mí misma, os invito a todos a uniros a la oración que vuestra Madre Celeste dirige cada día al Padre, unida al Espíritu Santo su Esposo Divino: (iVen Señor Jesús1’. Solamente cuando Jesús haya establecido su Reino entre vosotros, toda la humanidad podrá gozar, finalmente del gran don de la Paz.»