Mensaje del 3 de abril de 1988 en Dongo (Italia)
Pascua de Resurrección
Alegraos Conmigo.
«Jesús, a quien llevé con inefable amor en mi seno virginal, y durante nueve meses le di carne y sangre para prepararlo a su nacimiento humano, ha resucitado. Alegraos Conmigo : Jesús, a quien de niño estreché entre mis brazos y a quien enseñé a dar sus primeros pasos, formé e hice crecer como madre amorosa y solícita, ha resucitado. Alegraos Conmigo : Jesús, a quien contemplé en su infancia y lo vi desarrollarse, según el ritmo del crecimiento humano y lo vi hacerse joven durante su adolescencia, ha resucitado. Alegraos Conmigo : Jesús, que sufrió la incomprensión, la marginación, el persistente rechazo de las autoridades religiosas, mientras los pequeños, los pobres, los enfermos y los pecadores lo acogían y seguían, cada vez más, ha resucitado. Alegraos Conmigo : Jesús, que fue abandonado por sus discípulos, renegado, traicionado, condenado a muerte por el tribunal religioso, llevado ante Pilato, flagelado, coronado de espinas, conducido al patíbulo y crucificado, ha resucitado. Alegraos Conmigo: Jesús, que fue muerto sobre la Cruz y depositado en el sepulcro, ha resucitado. Hijos predilectos, en este día de Pascua, alegraros Conmigo. Participad en la inefable alegría que mi Corazón Inmaculado experimentó cuando vi, ante mis ojos, aún bañados en lágrimas, a mi hijo Jesús en el divino esplendor de su Cuerpo glorioso. En aquel momento, para toda la humanidad, el dolor se transformó en gozo, las tinieblas en luz, la maldad en bondad, el pecado en gracia, el odio en amor, la muerte en vida, la justicia en el triunfo de la divina misericordia. Alegraos Conmigo, hijos predilectos, para vivir juntos el gozoso misterio de esta Pascua del Año Mariano, consagrado a Mí. También se la llama hoy a salir de su tumba de tinieblas y de muerte a esta pobre humanidad, que se encuentra aún encerrada en el gélido sepulcro del pecado, del rechazo de Dios, del odio, de la violencia, de la guerra, de la impureza y de la iniquidad. Alegraos todos Conmigo, porque, en este día de su Pascua, os anuncio que Jesús resucitado volverá en el esplendor divino de su majestad y de su gloria.»