Mensaje del 27 de octubre de 1988 er Zagreb (Yugoslavia)
Ejercicios Espirituales en forma de Cenáculo con los
Sacerdotes del M.S.M. de lengua eslovena y croata
Es vuestra hora.
«Hijos predilectos, ¡qué contenta estoy al veros reunidos aquí como hermanos que se aman, para orar Conmigo en un Cenáculo que renueva la maravillosa realidad del de Jerusalén! También vosotros os reunís Conmigo en esta casa para quereros bien, para orar juntos, para meditar sobre vuestra vida de consagración a mi Corazón Inmaculado. ¡Cuántas gracias hago que desciendan en estos días sobre la Iglesia y el mundo! ¡Cuántas gracias hago brotar de mi Corazón Inmaculado para vosotros, para todo mi Movimiento, para vuestra Patria, que vive momentos de sufrimientos y dificultades, y tiene, pues, mucha necesidad de ser auxiliada por vuestra Madre Celeste! Soy la Reina y Madre de vuestra Patria. Os amo con particular ternura materna. Quiero traer hoy ayuda y consuelo a todos los que viven en esta tierra tan predilecta por Mí. Por esto me sirvo de vosotros, Sacerdotes e hijos consagrados a mi Corazón Inmaculado. Es vuestra hora. Es la hora de vuestro público testimonio. — Sed testimonio de amor. Amad con el Corazón de Jesús y con mi Corazón materno a vuestros hermanos. Amad a todos, especialmente a los más alejados, a los más pobres, a los más necesitados, a los que más sufren. Amad con mi Corazón a los pecadores, a los que caminan por la senda del rechazo a Dios, del ateísmo, del odio, de la violencia y de la impureza. Vuestro amor descienda ahora, como materna medicina, sobre tantas llagas abiertas y sangrantes, así sois constructores de paz, de comunión y de gran fraternidad. — Sed testimonio de oración. Orad siempre; orad más; orad con el Santo Rosario. Multiplicad los Cenáculos de oración entre vosotros Sacerdotes y con los fieles. Sobre todo difundid en torno vuestro los Cenáculos familiares, queridos por Mí como remedio a los grandes males que amenazan hoy a la existencia de la familia cristiana, por la legitimación del aborto, del divorcio y de todos los medios para impedir la vida. Con la oración podéis alcanzar todo del Señor. Con la oración hecha Conmigo, vuestra Madre Celeste, podéis obtener el gran don del cambio de los corazones y de la conversión. Cada día, con la oración, podéis alejar de vosotros y de vuestra Patria muchos peligros y muchos males. — Sed testimonio de misericordia. Hoy debéis ser, sobre todo, un signo grande y extraordinario de la divina misericordia. Que vuestro corazón se asemeje al de Jesús: bueno, paciente, manso, humilde y misericordioso. Entonces daréis siempre la luz del amor divino y llevaréis a todos por el camino de la salvación. No juzguéis jamás. No condenéis a nadie. Vuestra misión es sólo la de salvar a todos con la fuerza sobrenatural de vuestra oración, de vuestro sufrimiento y de vuestra inmolación. El milagro del Amor misericordioso de Jesús está a punto de cumplirse en vuestro tiempo. En esto consiste el triunfo de mi Corazón Inmaculado: En el mayor triunfo del Amor misericordioso de Jesús, que transformará todo el mundo, y os llevará a una nueva era de amor, de santidad y de paz. Desde este Cenáculo os bendigo a todos vosotros, a mi Movimiento, a vuestra Patria, a la Iglesia y a toda la humanidad.»