Mensaje del 25 de febrero de 1988 en San Pablo – Itaici (Brasil)
Ejercicios Espirituales bajo forma de Cenáculo, con los Sacerdotes y
fieles del M.S.M. de todo el Brasil
Mi mensaje materno.
«¡Qué consuelo dais en estos días a mi Corazón tan dolorido, mis predilectos e hijos a mi consagrados, venidos de todas las partes de esta gran Nación! Yo estoy siempre presente entre vosotros, como lo estaba con los Apóstoles y discípulos en el Cenáculo de Jerusalén. Me uno a vuestra oración. Participo en los momentos de vuestra fraternidad. Desde este Cenáculo, quiero hoy dirigir mi mensaje a todo el Brasil, esta tierra tan insidiada por mi Adversario, pero tan amada y protegida por vuestra Madre Celeste. —Mi Corazón se encuentra afligido por un gran dolor, a causa de la situación en que se encuentra aquí mi Iglesia. Se encuentra interiormente dividida; está amenazada por la pérdida de la verdadera fe; son muchos los errores que se difunden dentro de ella. Causa de esta situación son los Pastores que ya no están unidos al Papa. Su única preocupación está exclusivamente orientada hacia los problemas sociales y se olvida que Jesús murió sobre la Cruz y resucitó para obteneros el gran don de la Redención y para salvar a las almas. Así se difunde cada vez más la enseñanza de la teología de la liberación, que es una verdadera traición a Cristo y a su Evangelio. Obispos y Sacerdotes de la Santa Iglesia de Dios, volved a una plena unión con el Papa; volved a enseñar la Verdad, que Jesús os ha revelado, con valentía y fidelidad. Predicad el Evangelio en toda su integridad y cuidad el rebaño que os ha sido confiado. El cisma y la apostasía amenazan hoy a la Iglesia que vive en vuestra Nación. —Mi Corazón está angustiado por el gran peligro que corre vuestra patria a causa de la difusión de la violencia y del odio, del mal y de la inmoralidad. En nombre de un falso modo de entender la libertad, hoy se permiten y justifican incluso los más graves desórdenes morales. La impureza se exalta y se difunde a través de los medios de comunicación social y así un velo de tiniebla ha descendido y oscurece las almas de muchos hijos míos. Si no hay un retorno general al Señor por el camino de la conversión y de la penitencia, un gran castigo podrá venir pronto sobre vuestra Nación. —Deseo deciros hoy, que mi Corazón Inmaculado es consolado por vuestra respuesta de consagración y de oración. Llevad el mayor número de hijos míos a la consagración a mi Corazón Inmaculado, pedida y querida por mi. Vosotros, que habéis participado en este Cenáculo, convertios en los Apóstoles de la consagración a mi Corazón Inmaculado en todo el Brasil. Multiplicad los Cenáculos de oración. Sobre todo, propagad los Cenáculos familiares, como una gran red de salvación. Entonces os convertís en rayos de luz, que descienden de mi Corazón, para iluminar a todo el Brasil en estos días de densa oscuridad. Os convertís en signos de mi triunfo materno. Sois los instrumentos de mi victoria. Y por medio de vosotros, que me habéis respondido, la Madre Celeste llevará a vuestra Iglesia y a vuestra Patria el don de la salvación y de la paz.»