Mensaje del 17 de Febrero de 1988 en Recife – Pemanbuco (Brasil)
Miércoles de Ceniza: principio de la Cuaresma
Convertios y volved al Señor.
«Desde esta tierra, tan insidiada por mi Adversario, donde, sobre todo, en estos últimos días, muchos de mis hijos se han convertido en instrumentos del dominio de Satanás, que seduce a todas las naciones de la tierra con la copa de la impureza y de la lujuria, os dirijo mi renovada y preocupada invitación a la conversión. Convertios y volved al Señor por el camino del sincero arrepentimiento y de la confesión personal de vuestros pecados a los Sacerdotes. Convertios y volved al Señor por el camino de un consciente y serio propósito de huir del pecado y de alejaros de toda ocasión que os pueda llevar a caer en pecado. Convertios y volved al Señor por el camino de la mortificación de los sentidos, de la penitencia y del ayuno. Comienza hoy la Cuaresma de este Año Mariano: Un período en el que la Iglesia solicita a todos el cumplimiento de obras de caridad y de penitencia. Vuestra Madre Celeste os invita hoy a vivir bien el tiempo cuaresmal de este año consagrado a Mí. Está a punto de terminar el plazo de tiempo concedido por el Señor a la humanidad para su conversión. Secundad, pues, mi preocupada voz, que os solicita hagáis todo cuanto ahora os pido para la salvación de toda la humanidad. —Ante todo quiero que en cada uno de vosotros se haga más fuerte el compromiso de vivir en Gracia de Dios, renunciando a Satanás y a las malas obras, al mundo y a sus numerosas seducciones. Caminad siempre por el camino de la pureza, del amor y de una mayor santidad. —Luego os pido obras personales de mortificación y de penitencia. Ofreced a mi Corazón Inmaculado cada día una corona tejida por muchas pequeñas y escondidas mortificaciones, realizadas por la salvación de muchos de vuestros hermanos, que viven habitualmente en pecado y se hallan bajo la esclavitud de Satanás. —Finalmente os pido que os alejéis de todo lo que pueda contaminar la pureza de vuestro corazón y la castidad de vuestra vida. No participéis en espectáculos profanos. No perdáis el tiempo ante la televisión, que es el instrumento más poderoso en manos de mi Adversario para difundir por todas partes las tinieblas del pecado y de la impureza. La televisión es el ídolo del que se habla en el Apocalipsis, construido para ser adorado por todas las naciones de la tierra, y a la que el Maligno da forma y movimiento, para que se convierta en sus manos, en un terrible medio de seducción y de perversión. Si hacéis cuanto hoy os pido, depositáis en mis manos una potente fuerza de intercesión y de reparación. Así puedo presentarme ante el trono del Señor, grande y terrible, justo y santo, para implorar para vosotros su divina misericordia: —Perdona, oh Señor la iniquidad de tu pueblo que has comprado al precio de tu preciosísima Sangre— . Y antes de que el tiempo, que se os ha concedido para la conversión termine, podréis ver ya los signos del triunfo del amor misericordioso de Jesús en las primeras extraordinarias intervenciones del Corazón Inmaculado de vuestra Madre Celeste.»