Mensaje del 1 de mayo de 1988 en Dongo (Italia)
Ofrecedme flores perfumadas.
«Comenzad hoy el mes de mayo de este Año Mariano, a Mí consagrado. Os invito a pasarlo Conmigo en una comunión más intensa de vida con vuestra madre Celeste. Mis tiempos han llegado y ahora estoy para salir del desierto, en el que me hallo, para realizar mis mayores prodigios y obtener mi anunciada victoria. Por esto tengo hoy necesidad de vosotros, hijos predilectos. Quiero reflejar sobre todo el mundo la luz de mi Corazón Inmaculado a través de vosotros, que os habéis entregado completamente a Mí con el acto de vuestra perfecta consagración. Quiero obrar por medio de vosotros. Quiero amar y salvar por medio de vosotros. Quiero manifestarme a todos y realizar el triunfo de mi Corazón Inmaculado por medio de vosotros. Os pido que paséis este mes en una profunda intimidad de vida Conmigo. Ofrecedme las flores perfumadas de vuestra oración. Orad más; orad con amor y perseverancia; orad con la oración del corazón. Volved a recoger en tomo a vosotros a los fieles, que se os han confiado, para formar con vuestra Madre Celeste un verdadero Cenáculo de incesante oración, que pueda atraer sobre la Iglesia y el mundo el don de un segundo Pentecostés. Ofrecedme las flores perfumadas de vuestra confianza. Mi Adversario os prueba con la tentación de la duda y el desaliento. Ésta es la taimada insidia que emplea siempre para deteneros en el camino de la total confianza en Mí. Cuántos de vosotros se han detenido a causa de la duda, la incertidumbre y de la incredulidad. Volved a escucharme con la pureza de los niños. Volved a creerme con la simplicidad de los pobres. Volved a seguirme con el abandono de los hijos. Ofrecedme las flores perfumadas de vuestro amor. Amad más. Amad con mayor intensidad. Dad ejemplo a todos viviendo el mandamiento nuevo de mi Hijo Jesús: “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado.” No juzguéis; no critiquéis, no condenéis. Sed buenos, delicados y misericordiosos con todos. Sed la rociada de mi ternura materna que desciende sobre el desierto del egoísmo y del odio, de la falta de amor y de la aridez. En estos tiempos Satanás, también insidia mucho esta Obra mía de amor, tratando de sembrar divisiones entre vosotros. Por esto os invito a todos a ser más dóciles y más humildes, más obedientes y más unidos a este hijito mío, que he elegido como instrumento para la difusión del Movimiento Sacerdotal Mariano en todo el mundo. Entonces las flores perfumadas de oración, de confianza y de amor, que me ofrecéis en el mes de mayo de este Año Mariano, Yo las aceptaré como el más agradable homenaje de vuestra parte, mis hijitos y valientes apóstoles que he elegido para el triunfo de mi Corazón Inmaculado.»