Mensaje del 7 de junio de 1986
Fiesta del Inmaculado Corazón de María
Áncora de Salvación.
«Hoy quiero expresaros mi gratitud maternal por haber acogido la invitación a consagraros a mi Corazón Inmaculado. En gran número habéis respondido de todas las partes del mundo. Seguid respondiéndome con generosidad y dejaos conducir por Mí al seguro refugio, que mi amor maternal ha preparado para vosotros. En estos tiempos, todos necesitáis correr al refugio seguro de mi Corazón Inmaculado, porque graves peligros de males os amenazan. Son ante todo males de orden espiritual, que pueden dañar la vida sobrenatural de vuestras almas. El pecado se extiende como la peor y más perniciosa de las epidemias, y lleva a todas partes la enfermedad y la muerte a muchísimas almas. Si vivís habitualmente en pecado mortal, estáis espiritualmente muertos; y si llegáis al término de vuestra existencia en ese estado, os aguarda la muerte eterna en el infierno. El infierno existe, es eterno, y hoy muchos corren el peligro de caer en él, por estar contagiados por esa enfermedad mortal. Hay males de orden físico, como enfermedades, desgracias, accidentes, sequías, terremotos, males incurables que se propagan. También en esto que sucede en el orden natural, ved una señal de aviso para vosotros. Debéis ver en todo una señal de la Justicia Divina, que no’ puede dejar impunes los innumerables delitos que se cometen cada día. Hay males de orden social, como la división y el odio, el hambre y la pobreza, la explotación y la esclavitud, la violencia, el terrorismo y la guerra. Para protegeros de todos estos males, os invito a guareceros en el seguro refugio de mi Corazón Inmaculado. Pero en estos tiempos, tenéis necesidad, sobre todo de ser defendidos de las terribles asechanzas de mi Adversario, que ha logrado instaurar su reino en el mundo. Es el reino que se opone a Cristo, el reino del Anticristo. En el último período de vuestro siglo su reino llegará a la cumbre de su fuerza, de su poder, de su gran seducción. Se acerca la hora en la que el hombre inicuo, que se quiere poner en el puesto de Dios, para hacerse adorar él mismo como Dios, se manifestará con todo su poder. Bajo el flagelo sangriento de esta terrible prueba, ¿cómo podréis evitar la dispersión y el abatimiento y permanecer fuertes en la fe y fieles sólo a Jesús y al Evangelio? Mi Corazón Inmaculado será vuestra defensa fortísima, el escudo de protección, que os salvará a todos de los ataques de mi Adversario. Pero hoy tenéis especial necesidad de ser consolados. ¿A quién podréis recurrir, en los dolorosos momentos que os aguardan, cuando llegue al culmen la gran apostasía y la humanidad llegue al vértice máximo de la negación de Dios y de la rebelión, de la iniquidad y de la discordia, del odio y de la destrucción, de la maldad y de la impiedad? ¡En mi Corazón Inmaculado seréis consolados! Por esto os repito hoy a cada uno de vosotros lo que dije en Fátima a mi hija Sor Lucía: —Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino seguro que te conducirá a Dios. En este día, en que la Iglesia me venera de modo particular, deseo que mi Corazón Inmaculado se muestre como el áncora de salvación para todos.»