Mensaje del 23 de noviembre de 1986 en Fort Lauderdale (Florida – U.S.A.)
Fiesta de Cristo Rey
La vía que os conduce a su Reino.
«Hoy, en la gloria del Paraíso y en la luz purificadora del Purgatorio, acojo el homenaje de toda la Iglesia terrena y peregrina para ofrecer, junto con todos vosotros, la corona de Su realeza a Jesucristo nuestro Dios, nuestro Salvador y nuestro Rey. Jesús debe reinar ante todo en los corazones y en las almas de todos, porque la suya es una realeza de Gracia, de santidad, y de amor. Cuando Jesús reina en el alma de una criatura, es transformada por una luz divina, que la hace cada día más bella, luminosa, santa y amada por Dios. Por esto, mi deber maternal es alejar de las almas de mis hijos toda sombra de pecado, cualquier insidia de egoísmo, todo predominio de pasión para guiar a todos por el camino de una gran santidad. Entonces Jesús puede verdaderamente instaurar su Reino en vuestros corazones y en vuestras almas y vosotros pasáis a ser el precioso dominio de Su divina Realeza. Jesús debe reinar en las familias, que deben abrirse, como brotes, al sol de su Realeza. Por esto obro Yo en estos tiempos, a fin de que las familias crezcan en armonía y en paz, en comprensión y concordia, en unidad y fidelidad. Jesús debe reinar en toda la humanidad, para que sea un nuevo jardín, donde la Santísima Trinidad reciba encanto y belleza, amor y perfume de toda criatura y, siendo así glorificada, ponga su morada habitual entre vosotros. Por esto obro Yo fuertemente hoy para guiar a toda la humanidad por el camino de su retomo a Dios, por medio de la conversión, de la oración y de la penitencia. Y Yo misma conduzco el ejército llamado a combatir contra las huestes del mal a fin de que sea derrotada, lo más pronto posible, la fuerza de los que niegan a Dios, blasfeman de Él y trabajan sin descanso para construir una civilización sin Él. Jesús debe reinar en la Iglesia, porción privilegiada de su divino y amoroso dominio. La Iglesia es toda Suya, porque ha nacido de su Corazón traspasado, ha crecido en su Amor, ha sido lavada con su Sangre, ha sido desposada a Él con pacto inviolable de eterna fidelidad. Por esto Yo actúo como Madre en estos dolorosos momentos de su purificación, para limpiar la Iglesia de toda mancha, librarla de todo humano compromiso, defenderla de los ataques arteros de su Adversario, guiarla por el camino de la perfección, para que pueda reflejar en todas partes el mismo esplendor de su divino Esposo Jesús. Mi acción de Madre prepara en vuestro tiempo la venida del Reino glorioso de mi Hijo Jesús. Mi Corazón Inmaculado es el camino que os conduce a su Reino. De hecho el triunfo de mi Corazón Inmaculado coincidirá con el triunfo de mi Hijo Jesús en su glorioso Reino de Santidad y de Gracia, de Amor y de Justicia, de Misericordia y de Paz, que será instaurado en todo el mundo. Por lo cual Yo os invito hoy a la oración y a la confianza, os llamo a la paz del corazón y a la alegría, porque el glorioso Reino del Señor Jesús está ya a las puertas.»